La 4T es un proyecto inconcluso. Si bien sabemos cuál era la regla en tiempos de López Obrador —una sola: él lo decidía todo— no tenemos claro quiénes y cómo mandarán en este sexenio. Claudia Sheinbaum cuenta con la enorme fuerza de la Presidencia de la República pero no toma todas las decisiones en el Congreso ni en su partido, y algunas de las que toma son producto de concesiones a su antecesor. Supongo que se empeña en complacerlo por tres razones: por coincidencia, por aprecio y por cálculo. Esta última no es menor; granjearse su animadversión sería políticamente suicida, al menos por ahora. AMLO es aún muy poderoso.
La más reciente prueba del cuidado con el que CSP trata a su mentor es su determinación de acallar los escándalos de La Barredora y del huachicol fiscal. De la difusión de información explosiva contra Adán Augusto López y Rafael Ojeda —era imposible soslayar su estrecha vinculación con los operadores de las dos tramas de corrupción— el gobierno pasó al hermetismo. Nada se ha filtrado de las declaraciones de Bermúdez, y al ex almirante secretario no se le toca ni con el pétalo de una insinuación. ¿Alguien tiene duda de que hay línea de Palacio de aplacar los temas que irritan en Palenque? Morena, que alardeaba de que en la 4T no había impunidad, ha enmudecido. Todo indica que CSP prefirió salvar a los ex secretarios de Gobernación y de Marina antes que recoger la bandera anticorrupción. Por cierto, no dudo que AMLO se haya distanciado de Adán desde 2024, pero sus lazos son tan profundos que hasta hoy no lo ha dejado a su suerte. Bastaría un deslinde del ex presidente para que CSP actuara contra el líder de los senadores, que es lo que quisiera, y ese mensaje no ha llegado.
Ahora se acerca otro momento de definición. Las elecciones de 2027 servirán para medir la correlación de fuerzas: ¿cuántos de las y los candidatos morenistas a las 17 gubernaturas en juego y a la Cámara de Diputados serán de CSP? AMLO palomeó a todos, y supongo que después de que Rocha confesó lo que ya sabíamos —que a él lo puso en Sinaloa su jefe, a contrapelo de los sondeos— nadie saldrá con la chabacanería de que las encuestas tienen la última palabra. Creo que CSP compartirá las candidaturas con otros factores —el propio Adán, Monreal, Andrés Manuel López Beltrán, Luisa María Alcalde, los actuales gobernadores— que en realidad se resumen en uno solo, el factótum que los llevó a donde están. No habrá necesidad de palomas mensajeras porque ya están ahí: AMLO las mandó hace más de un año. En fin. Habrá que ver hasta dónde está dispuesta CSP a seguir compartiendo el poder.
Todavía no sabemos cómo funcionará la 4T post AMLO. Si CSP opta por no contrariarlo durante todo su sexenio, si solo recurre a su potente tablero de control —Corte incluida— en casos que no rocen a su predecesor, pasaremos del país de un solo hombre al país de una sola ideología; si asume el mando único, tendremos autocracia. Aciaga disyuntiva. Su postura en la revocación de mandato podría ser un indicio: aunque adelantarla tiene sentido para apuntalar a Morena, también lo tiene para quitarse anticipadamente de encima la espada de AMLOcles. De ser el caso habría una segunda mitad de gobierno con una Presidencia de continuidad, pero ya no subsidiaria. Veremos.
