Cultura

17 años

Este mes cumplo 17 años como columnista en MILENIO.

He escrito de todo. Porque mi columna no lleva una línea específica; no voy por ideologías políticas, no me gusta el deporte, el fanatismo me enferma y solo me dejo llevar por lo que me sale del forro de las pelotas. Va por ahí. Es más por un ejercicio de libertad, de espontaneidad, obsesiones y fijaciones que me persiguen desde siempre.

Uno escribe para que otros lo lean. Quien no quiere llamar la atención lleva un vida discreta y recatada. Yo no soy de esos. Dice mi tía Lulú que soy un argüendero. Y Tomasa, la mucama que tuvimos de niño, decía que yo no me sabía estar quieto. Nunca discuto con personas que ven algo que tú no percibes en ti mismo.

Quizá lo mío sea esta compulsión por expresarme, por hacer ruido, señas.

Me preguntan que por qué escribo. Yo creo que, por un lado, para mostrar una parte de lo que se pasa por alto o de lo que no se quiere ver. O ver las cosas desde un ángulo y con un tono peculiares.

Y en cuanto al tono, siempre lo he considerado de suma importancia. Ya había dicho antes –muchas veces– que incluso puede ser más importante que el contenido. Un buen artículo redactado de manera aburrida pasa desapercibido. Uno escrito con toda la intención de crear conciencia dispone de ciertas palabras, frases y alusiones para despertar emociones. Si con esto logramos que se le ponga atención a lo que se dice, adelante. Pero no siempre ocurre. Lo que me lleva a preguntar cuáles son los elementos esenciales para que un texto funcione. Yo, no lo sé. Pero, ¿sabe? no me ando preocupando por eso. Yo escribo lo mejor que puedo y no me fijo en el efecto. Lo cierto es que uno debe ser precavido en la manera de decir las cosas, especialmente ahorita que todo mundo anda de “mírame y no me toques”; ya no podemos bromear como antes porque siempre sale un ardido, un aludido, un confundido, un delicado y un llorón a poner el grito en el cielo y te terminan censurando. Palabras como “puto” y “joto” antes solían tener varias connotaciones, hoy solo se les reconoce como alusivas a la homosexualidad. Qué conveniente. Hay que entender el lenguaje antes de reducirlo a una cosa u otra. Hasta pareciera que hay gente que, en el fondo, busca ser ofendida. En serio.

Muchas veces lo que hago es escribir por escribir. Y lo hago porque, para empezar, aquí se vale de todo. También porque todo lo que escribo puede ser tan cierto o puede tener tanta mentira como se lo permita creer el lector. Porque a los que escribimos nos vale madre si una cosa es cierta o no. Reinventamos, reestructuramos las cosas solo porque podemos y porque nos hemos hecho a la idea de que, de cierta manera, debemos hacerlo. El punto es que no soy periodista y, por lo tanto, no tengo las limitantes de ese oficio. Pero no se miente por el mero placer de hacerlo: la ficción genera verdades y también exhibe realidades.

De lo que se trata aquí es expresar lo que uno hace, piensa, siente, ha vivido y anhela, ese es el truco. Porque otros se van a reflejar en lo que expresamos y van a reaccionar. A unos les va a servir, a otros, solo los va a fastidiar o a incomodar. Eso es cosa de cada quien.

Ha sido una larga aventura y no le veo que se vaya a terminar pronto.

Mi breve y pequeña columna representa para mí un ejercicio de libertad enorme, profundo. Y no solo para mí: es un indicador de que todavía podemos escribir lo que queramos. Esa libertad se puede perder, cuidado.

Creo que me voy a servir un whiskito para festejar.

Nos leemos la próxima semana y, claro, no me olvido de darle las gracias al periódico y a usted, que me lee, porque de otra manera no tendría sentido hacer esto. 

¡Gracias!

Adrián Herrera

Google news logo
Síguenos en
Adrián Herrera
  • Adrián Herrera
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.