La ciencia ha presentado estrategias bien fundamentadas para combatir y prevenir la violencia a través de intervenciones específicas, pero desafortunadamente la política difícilmente voltea a ver a la ciencia en México. Debido a ello, vale la pena mencionar una de las pocas iniciativas que se han adaptado a la realidad de nuestro país y que fue presentada en una serie de webinars organizados por la Red Para Prevenir la Violencia Armada en las Américas.
Vaughn Crandall, codirector de la Asociación de California para Comunidades Seguras (CPSC), presentó su trabajo en Oakland; la CPSC trabaja para reducir la violencia grave, generar confianza entre la policía y la comunidad y lograr mejores resultados mediante la participación en asociaciones a largo plazo con las ciudades. Usando el marco de “disuasión enfocada”, que se enfoca en las poblaciones con mayor riesgo, la CPSC ha liderado iniciativas exitosas a largo plazo para reducir la violencia armada en Oakland. Un problema universal que ha descubierto Crandall es que existen conceptos erróneos comunes sobre por qué la violencia armada es tan desenfrenada. A menudo, la gente piensa que el problema tiene que ver con disputas por drogas, pero en Oakland, el problema radica en conflictos específicos entre pandillas y disputas personales entre miembros de éstas. Debido a los esfuerzos de la CPSC, Oakland vio una reducción del 50% en tiroteos y homicidios entre 2012 y 2018.
Durante muchos años, el poder policial se ha visto limitado por las constituciones, las leyes, las políticas, la supervisión de los organismos ejecutivos, legislativos y judiciales, los grupos de interés y los medios de comunicación. El desarrollo de burocracias policiales permanentes con una autonomía significativa y el estado de derecho limita formalmente lo que se le puede pedir a la policía y ofrece cierto aislamiento de las presiones políticas. El papel de la policía también se ha ampliado considerablemente para ofrecer servicios a los ciudadanos mediante el mantenimiento del orden, el control de la delincuencia y la realización de funciones administrativas. En relación con el pasado, cuando podían operar con mayor impunidad y pragmatismo percibido, la policía como figura social, ha suavizado su enfoque de los desafíos políticos, manteniéndose ampliamente dentro de los límites de la no violencia.
Rodrigo Canales, colega de Crandall en la CPSC y miembro de la facultad de la Escuela de Administración de Yale, siguió con los hallazgos preliminares de los últimos esfuerzos de la CPSC en la ciudad de México. Si bien el modelo general del proyecto es el mismo que en Oakland por similitudes en la dinámica de la violencia, México presenta diferentes temas que involucran al sistema de justicia, desconfianza en las instituciones, corrupción, impunidad y presencia de organizaciones criminales. Actualmente, se están realizando esfuerzos en Plateros, una sección de la Ciudad de México en la que los altos niveles de violencia armada se han mantenido estables. El principal desafío será adaptarse a las diferencias de confiabilidad y velocidad del sistema, síntoma de una pobre capacidad institucional para tal empeño. Aún así, aunque el proyecto se encuentra en sus primeras etapas, hasta ahora está avanzando bien en la comunidad.
La policía como una figura comunitaria comenzó a tomar fuerza en la década de 1980 en Estados Unidos y actualmente es el estilo deseado de policía en la sociedad actual. Casi todos los departamentos de policía integran la policía comunitaria como un componente esencial de su misión. La visión de participar en la comunidad es una importante herramienta de prevención del delito y provoca una imagen positiva.
Las diferentes propuestas para atacar este grave problema se presentan como un objetivo a largo plazo, pero hay que destacar la importancia de colaborar con la policía para garantizar que las reformas puedan tener efectos positivos duraderos. La violencia generada por armas de fuego, como una herida profunda, debe tratarse desde la prevención en lugar de buscar atender sus consecuencias. _
*El autor es médico investigador del movimiento Ciencia Previene Violencia, una iniciativa del Instituto de Salud Pública Anáhuac, Universidad Anáhuac México
Víctor Andrade Carmona