Para conmemorar el Día de Muertos, cientos de habitantes de Uruapan acudieron la noche del 1 de noviembre a la Plaza Morelos para una exhibición de altares y para el encendido de velas que encabezaría Carlos Manzo Rodríguez, el presidente municipal.
Rodeado de gente y acompañado de su familia, Manzo recorrió la plaza pública, dio la bienvenida a los visitantes y ofreció breves entrevistas con medios de comunicación. Después de encender las velas, mientras un grupo musical alistaba su presentación, una serie de estruendos apagó el ambiente festivo. El munícipe había sido asesinado.
La incertidumbre se apoderó de la plaza principal de Uruapan y, una vez confirmado el crimen contra Carlos Manzo, a dicha sensación se sumaron el miedo, el enojo y la indignación.
Para conocer más sobre cómo se vivió el momento del asesinato, MILENIO conversó con Kristal, una habitante del municipio que acudió aquella noche al encendido de velas con la esperanza de tomarse una fotografía con Manzo Rodríguez.
Uruapan, un municipio con un amplio historial de violencia
Kristal, cuyo apellido se omite por motivos de seguridad, es una mujer uruapense de 30 años de edad. Su etapa de adolescencia coincidió con la época en la que inició, precisamente en Michoacán, la estrategia el ex presidente Felipe Calderón que posteriormente se conoció como "guerra contra el narcotráfico".
"Yo crecí en este ambiente, pero no hay que normalizarlo. Sí vi muchas cosas bien pesadas, como cuerpos destazados. Los retenes o las balaceras eran, lamentablemente, la normativa de aquí", narró Kristal.
Entre los eventos que más han marcado la historia reciente de Uruapan destaca la irrupción de un comando armado en el bar 'Sol y Sombra' el 7 de septiembre de 2006. Aquella noche, presuntos miembros de La Familia Michoacana arrojaron las cabezas cercenadas de cinco personas a la pista de baile.
A pesar de los episodios que le ha tocado atestiguar, Kristal consideró que el homicidio de Carlos Manzo, cometido en medio de una multitud de locales y turistas, fue "un descaro", pues "superó todo atrevimiento de la violencia que hemos vivido".
¿Cómo se vivió el asesinato de Carlos Manzo?
La noche del pasado 1 de noviembre, Kristal pretendía tomarse una fotografía con su presidente municipal, a quien los habitantes recuerdan como un funcionario cercano a la gente. "Nunca se negaba [a que lo fotografiaran]", recordó la entrevistada.
"Había muchísima gente, incluyendo turistas. En ese momento se estaba preparando todo para el evento musical que iba a haber y también había cohetes", explicó Kristal.
Alrededor de las 20:10 horas, según investigaciones de la Fiscalía de Michoacán, un joven de identidad aún desconocida se abrió paso entre la muchedumbre de la Plaza Morelos, vestido con una sudadera blanca, para acercarse a Carlos Manzo. Al tenerlo a pocos metros de distancia, disparó en siete ocasiones.
	Como muchas otras personas, Kristal pensó que las detonaciones habían sido provocadas por la pirotecnia. Sin embargo, al notar la reacción de quienes rodeaban al edil, se dio cuenta de que el ruido fue causado por un arma de fuego.
"Los que estaban más al frente, más pegaditos a él, se agacharon y empezaron a correr. Fue ahí que dije 'no son cohetes, son balas'".
Consumidas por el pánico, muchas personas corrieron hacia los hoteles y las tiendas que rodean la Plaza Morelos. "En medio de todo eso alcanzamos a escuchar que le dieron al presidente".
Durante los minutos posteriores al ataque, Kristal se mantuvo incrédula a la versión de un atentado, pues consideraba inverosímil que ocurriera algo así en un acto público. "Luego empezamos a ver los videos de gente que alcanzó a grabar todo y pues sí lo vimos ahí tirado", compartió a MILENIO.
La joven tenía la esperanza de que la rápida reacción de los cuerpos de seguridad y los servicios de emergencia fueran suficientes para mantener a Carlos Manzo con vida. Sin embargo, alrededor de las nueve de la noche, el Gabinete de Seguridad Federal confirmó que la agresión contra el presidente municipal de Uruapan había sido mortal.
"¿Ahora qué va a seguir?"
Al día siguiente del crimen, cientos de uruapenses se reunieron en la plaza principal para ser partícipes de un homenaje póstumo. En medio de la tristeza y la incertidumbre, la población recibió el féretro que contenía el cuerpo de Manzo con aplausos y exigencias de justicia.
"El ambiente se sentía muy pesado, uno podía sentir la tristeza y fue un momento en el que dijimos '¿Y ahora qué va a seguir, si no hay presidente?'. Había mucha gente llorando y en la zona donde lo balacearon, que estaba acordonada, todavía se veía su sangre", relató Kristal.
Hacia el final de la conversación con este medio, la joven describió a Carlos Manzo como un personaje que, pese a sus controversiales declaraciones, logró representar el hartazgo de la gente respecto a la violencia.
"Con él aprendimos a no ser conformistas. Nos ayudó a forjar una mentalidad para ya no dejarnos y para hacer las cosas bien, aunque requiera un poquito de fuerza, para tener un beneficio general […] Él sabía que lo iban a matar en algún punto, pero nadie pensó que tan pronto y de esa forma tan cobarde", sostuvo Kristal.
BM.