Jorge Olvera García
Quiero anteponer mi respeto a todos los mexiquenses que el pasado 4 de junio votamos libremente, para elegir Gobernador del Estado de México.
Todos quienes ejercimos ese deber ciudadano merecemos respeto, sin importar nuestro origen, forma de pensar, nivel de estudios o ideología; porque somos parte de un mismo estado, una misma tierra que con más de 200 años de historia como entidad, se ha mantenido a la vanguardia social y cultural del país.
Llama mi atención la forma en que la senadora Layda Sansores se expresa de los votantes del Estado de México, de su gente, de la tierra que habitan, la que hicieron nuestros padres y abuelos, y que es patrimonio de nuestros hijos.
La tierra es sagrada senadora, la tierra nos hace y nos identifica, y quien la ofende e insulta, a su vez niega su origen mismo, se desconoce; no olvidemos que la tierra que pisamos es la que nos forja como verdaderas mujeres y hombres.
Las zonas que usted llama de "tepocatas y lagartijas", tienen un nombre que seguramente usted no conoce, pues si lo hiciera, sabría que y ahí vive gente que sale a trabajar para ganar el sustento diario de sus familias.
Esa tierra que usted ignora, se llama, por ejemplo, Tenango del Valle, donde floreció la milenaria cultura matlatzinca, y que posee aún ruinas arqueológicas importantes.
En la tierra de "lagartijas" que usted refiere, vive gente productiva como quien teje el artesanal rebozo en Tenancingo, o cultiva el aguacate en Almoloya de Alquisiras, Texcaltitlán o Coatepec Harinas.
Esa zona de "tepocatas" a la que usted alude y que con su palabra ofende, se llama, Sultepec, histórica por su contribución a la Independencia Nacional; la gente a la que insulta, hace que México sea uno de los principales productores de flor a nivel mundial, gracias al esfuerzo que hacen los mexiquenses de Donato Guerra, Villa Victoria, Tonatico y Villa Guerrero.
Sé que usted desconoce la geografía de nuestro Estado, pero quiero decirle que allá en el norte mexiquense, no viven "tepocatas y lagartijas", sino grandes seres humanos herederos de la tradición Mazahua, y centinelas de las costumbres otomíes. Las mujeres y hombres de Acambay, Atlacomulco, San Felipe del Progreso, Ixtlahuaca, Jilotepec, Temascalcingo, Aculco y demás municipios del septentrión del Estado de México, a esos mismos que usted ofende y acusa por ejercer "el voto de hambre", resultan ser responsables de la magnífica producción agrícola, de la que comemos al menos 5 millones de personas todos los días.
Manifiesto mi indignación por las expresiones insensatas que denigran a nuestra geografía, a nuestra gente, a la voluntad ciudadana. ¡Debemos construir, debemos de sumar!
Para hablar hay que conocer, no se puede ofender simplemente por suponer que con ello se defiende una ideología, así no es la política, esos comentarios solo la ensucian y la convierten en mera contienda de baja estima.
Usted merece, como todo el cuerpo senatorial, mi respeto por su investidura y la condición que ostenta. Por ello, representar a una entidad desde el Senado es un honor que no debería permitir comentarios de esa naturaleza. En ninguna persona, debe caber ofensa a las familias que habitamos estas zonas del Estado de México que usted califica desde la ignorancia.
Los mexiquenses merecemos respeto, porque la dignidad la hemos ganado a fuerza de trabajo. Expreso mi condena e inconformidad por sus palabras, que aluden a quienes tuvieron la voluntad de expresar su deber cívico de votar, y con ello decidir su futuro. Exigimos se respete a la población de la entidad en la que vivimos familias de arraigo y de trabajo.
La política que no construye, se vuelve práctica que divide; la política que no genera paz, es política de odio que debe erradicarse.
Si usted Senadora, conociera al Estado de México y a los mexiquenses, estoy seguro que les trataría con respeto y cariño, porque si algo sabemos hacer quienes aquí nacimos, es brindar nuestra calidad moral y humana a toda persona que viene a trabajar en nuestra tierra, para juntos engrandecerla y cuidarla.
Mis respetos a su persona, pero no comparto la ofensa a nuestras familias; los apasionamientos políticos son eco únicamente de la cerrazón, y son contrarios, por supuesto, al debate político de altura, que es muestra de nobles propósitos y de amor a la patria.