El surgimiento de los destinos turísticos está ligado a la convergencia de diversos elementos en la oferta como pueden ser los recursos naturales, culturales y el conjunto de servicios e infraestructura que una ciudad, o un país posee y que lo hacen atractivo para cierto segmento de visitantes.
La composición de los destinos turísticos se ha organizado de distintas maneras a lo largo de la historia del turismo, con base en los paradigmas sociales que suceden en el tiempo. Desde los primeros viajeros en grandes barcos, luego los viajes en avión forjaron destinos para el disfrute de la élite de mediados del siglo XX. Destinos orientados al disfrute del sol y playa, visita a las grandes ciudades del mundo, orientados al descanso y al confort de ciertos grupos sociales, quienes podían pagar por esos traslados y estadías. Otro paradigma que transformó la forma de hacer y ver el turismo es el paradigma sustentable de los años ochenta del siglo XX. La sustentabilidad ha diseñado destinos turísticos en el mundo en armonía con la naturaleza y con las comunidades locales, que en la actualidad permanece con el afán de la protección ambiental. Una última perspectiva en la configuración de los destinos turísticos está ligado a los primeros años del siglo XXI en la que se fomentó la revalorización del patrimonio cultural tangible e intangible, a través de organismos internacionales y del surgimiento de políticas de protección cultural, así como de gestión turística.
En este mundo globalizado, el turismo no solo se ha visto como una actividad económica generadora de divisas, sino como una forma experiencial para conocer un destino a partir de su diversidad cultural, social y ambiental. Las acciones de llevar a un turismo masivo en grandes cantidades de visitantes, a la idea de pensar en la protección ambiental y el disfrute de la naturaleza, aunado a otros factores económicos del sistema global, ha fomentado una democratización del turismo a personas de distintos estratos socioeconómicos y grupos sociales formando destinos, dependiendo sus intereses y gustos personales.
El contexto anterior me permite explicar que las formas e intereses de viajar ayudan en la configuración y transformación de los destinos turísticos, de su oferta, de sus recursos y hace que existan segmentos de visitantes para su disfrute. Un ejemplo de eso lo vemos en el auge del turismo LGBTQ+. Los últimos 15 años, la población LGBTQ+ ha cobrado mayor visibilidad gracias a un cambio generacional, a los movimientos sociales y al ganar por ley derechos sociales con los que antes no se contaban. Esto ha favorecido en gran medida el desarrollo y consolidación de una oferta turística a nivel mundial amigable con las personas identificadas en este colectivo que históricamente han sido marginadas.
El turismo LGBTQ+ se reconoce como aquel que atiende las necesidades y genera experiencias, servicios y actividades para la comunidad lésbica, gay, bisexual, trans, queer y cualquier otra disidencia sexual, en sitios o lugares que se consideran incluyentes. La oferta turística en destinos de colores, se orienta al disfrute y placer de visitar cruceros, bares, restaurantes, playas, hoteles, conciertos, festivales y actividades de recreación al aire libre, sin dejar de mencionar las marchas por la diversidad sexual, realizadas alrededor del Día Internacional del Orgullo LGBTQ+ el 28 de junio de cada año, que son un atractivo principal en destinos como Río de Janeiro, Madrid, Nueva York, París, Londres, Toronto, así como en la Ciudad de México y Puerto Vallarta, en México.
Mucho se comenta por las facilidades que tienen las personas LGBTQ+ para acceder a viajar, dado que se piensa tienen “pocas responsabilidades”, yo diría que son distintas responsabilidades y distintas las prioridades. De acuerdo con la Organización Mundial de Turismo, el segmento LGBTQ+ aporta cerca de un 15% de sus ingresos anuales en viajes alrededor del mundo, consumidores en su mayoría de servicios que están en tendencia, cultura, gastronomía y actividades de descanso. La Asociación Internacional de Viajes LGBTQ+ reportó en 2023 que más del 78% de este segmento gasta arriba de mil 200 dólares en viajes durante el año, mientras que en sus preferencias de viaje está la oferta cultural, la comodidad, la accesibilidad, confianza y la oferta turística natural.
La consolidación de destinos LGBTQ+ en el mundo y en particular en México nos lleva no solo a democratizar el turismo, sino a diferenciar destinos para todo tipo de público y visibilizar una comunidad históricamente vulnerada. Viajar y conocer por medio del turismo es también una forma de vivir el orgullo LGBTQ+.
Gustavo A. Vázquez Martínez
Estudiante de la Maestría en Desarrollo Regional, El Colegio de la Frontera Norte
* Las opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de quien escribe. No representa un posicionamiento de El Colegio de la Frontera Norte