El país pasa por un momento económico difícil donde la recaudación por concepto de impuestos y de ingresos petroleros ha caído. Una menor recaudación significa menos recursos para todos; pero quienes más lo resienten son los estados y municipios.
La Federación transfiere a los estados y municipios recursos que no van etiquetados; es decir, que son de libre disposición. La distribución de estos recursos tiene que ver con múltiples factores entre los que se encuentran, cuánto contribuyen a la economía y cuánto ayudan a recaudar en sus territorios.
Para entender lo importante que son estos recursos llamados “participaciones”, de acuerdo con la empresa Moody’s, esos recursos significan el 81% de los ingresos operativos de los estados y más de un 44% para los municipios, como lo cita Rodrigo Rosales.
Si usted se preguntaba ¿por qué su gobierno estatal o su municipio parece no arrancar?, ¿por qué no hay obras importantes promovidas por el estado o por la gran mayoría de los municipios?, o ¿por qué todavía no le pagan a algunas personas o proveedores? La realidad es que la situación se está volviendo crítica.
Hay nueve estados que tienen las caídas más pronunciadas, entre ellos se encuentra Tamaulipas, que en abril recibió -19.5% de recursos, de acuerdo con cifras de la Secretaría de Hacienda interpretadas por un periódico especializado.
En palabras de la Secretaría de Finanzas del estado, Tamaulipas ha dejado de recibir más de 1,400 millones de pesos de la Federación y, aunque esperan que una parte sean compensados por el Fondo de Estabilización de los Ingresos de las Entidades de la Federación, el recurso simple y sencillamente no alcanzará para cubrir el daño.
De continuar esta situación, hay dos caminos tradicionales: el primero es el de la reducción del gasto que podría significar despidos, recortes en obras, en gastos operativos y en compensaciones, entre otros; y el segundo, el de la contratación de deuda a tasas de interés muy elevadas.
Hay un tercer camino: Tamaulipas debe impulsar sus polos de desarrollo económico a partir de un clima mínimo de seguridad y gobernabilidad; requiere dejar lo superfluo de su campaña política permanente y cerrarle el paso a la corrupción. Tiempos de crisis demandan grandes liderazgos.