En torno a nosotras giran muchos mitos y prejuicios: que si somos menos que el hombre, que si nos discriminan, que si padecemos violencia, que si nos excluyen. Casi siempre que me hacen una aseveración de este tipo, sonrío para mis adentros y suelo –casi siempre- contestar con mi experiencia personal y con lo que muchas de nosotras hemos vivido en la Iglesia La Luz del Mundo.
Primero, me resulta preocupante el que algunas personas sigan creyendo que por vestir de largo (faldas y/o vestidos) nuestros derechos son coartados. El uso de la falda larga en la mujer de la Luz del Mundo es un acto basado en dos derechos: en el derecho a la libertad religiosa y en el derecho a decidir por sí misma. En la medida que la libertad religiosa de la mujer se ejerce plenamente, ella encuentra razones para vestir de la forma que lo hace. Al ser una decisión personal, no hay una imposición u obligación institucional. ¿Nos hace felices vestir como lo hacemos? Sí, por supuesto que sí porque es la libertad que tengo de vestir como mejor me guste.
Segundo, la mujer en La Luz del Mundo no solo es igual que el hombre en su relación con Dios, sino que también participa de manera activa en puestos directivos, como maestras y consejeras espirituales, como responsables de grupos de mujeres; también capacita a los ministros en temas sociales, administrativos, contables, médicos, de salud; construye templos, diseña estrategias de alcance global y un largo etcétera. Lo hace sin ser discriminada de ninguna forma y siempre bajo las directrices que el apóstol de Jesucristo, hermano Naasón Joaquín García, va dictando.
Tercero, en esta era apostólica, la mujer en la Iglesia vive una condición de privilegio e inclusión total. No que antes no existiera pero ahora, con mucha más claridad, las mujeres hemos cobrado consciencia de nuestros derechos y obligaciones –al igual que el sexo opuesto- en la Iglesia. Baste citar las presentaciones del apóstol de Jesucristo, hermano Naasón Joaquín, en las que ha externado –por ejemplo- la importancia y el papel de la mujer en la Iglesia (Ecuador, 2015); el derecho de las mujeres y la obligación de los hombres a vivir una vida libre de violencia (Estados Unidos 2016); la superación de la mujer en todos los sentidos, incluido el espiritual o religioso (México 2017 y 2018). Derivado de estas presentaciones, por ejemplo, en mayo de este año las mujeres serán incluidas para presidir ceremonias religiosas y trazar el tema que les sea asignado. Son maestras en la enseñanza religiosa al igual que lo son los hombres.
Por eso, cada alguien nos cuestiona sobre estos temas, quizá lo que en realidad está transmitiendo es el prejuicio o desinformación a la que ha sido sujeto. Y también por esa razón he decidido escribir estas líneas porque en La Luz del Mundo la mujer es libre de decidir sobre su propia vida, es libre de creer y ejercer su libertad religiosa y es, con pleno uso de razón, feliz con sus decisiones por lo que se siente plenamente realizada en todas estas circunstancias.
www.sarapozos.mx