Política

Episcopado Mexicano en impasse

El pasado 16 de octubre de 2023 fue la más reciente promoción de un nuevo obispo por parte del papa Francisco. Se trató de Francisco Javier Martínez Castillo, del clero de Puebla, consagrado obispo el pasado 4 de enero como auxiliar de su arquidiócesis de origen y así apoyar al residencial José Víctor Manuel Valentín Sánchez Espinosa, quien tiene otro obispo auxiliar, Tomás López Durán. Mientras tanto, están sin obispo residencial siete demarcaciones eclesiásticas, seis diócesis y una prelatura territorial.

¿Cómo quedaron vacantes esas demarcaciones? Seis, Jesús María del Nayar (Prelatura), Nuevo Casas Grandes, Chihuahua; Nuevo Laredo, Tamaulipas; San Juan de los Lagos, Jalisco; Tacámbaro, Michoacán; y Tenancingo, Estado de México, se quedaron sin obispo porque el Papa los trasladó a otras diócesis: a Chilpancigo, Guerrero; a Culiacán, Sinaloa; a Mexicali, Baja California; a San Luis Potosí, a Colima y a Toluca, Estado de México, respectivamente. La otra vacante, Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, quedó en esa situación ante el fallecimiento de su titular.

Por otra parte, obispos que ya superaron los 75 años de edad, y que por ende ya habrán presentado sus dimisiones al Papa y sólo esperan que éste se las acepte, de acuerdo a las disposiciones del Código de Derecho Canónico, hay seis obispos: Andrés Vargas Peña, de Texcoco, Estado de México, con 77 años; Rafael Sandoval Sandoval, de Autlán, Jalisco, quien el próximo mes de abril cumple 77 años; Alfonso Cortés Contreras, arzobispo de León, Guanajuato, quien en julio próximo cumple 77 años; Óscar Armando Campos Contreras, de Ciudad Guzmán, Jalisco, quien en septiembre próximo cumplirá 77 años; y Domingo Díaz Martínez, arzobispo de Tulancingo, Hidalgo, quien en agosto cumplirá 76 años.

Aunado a lo anterior, está la lista de quienes este año llegarán a los 75 años de edad, y por ende deberán presentar sus dimisorias como obispos residenciales, y esperar a que el Papa las acepte: José Francisco Robles Ortega, arzobispo de Guadalajara, el 2 de marzo próximo; Luis Artemio Flores Calzada, de Tepic, Nayarit, el próximo 28 de abril; Juan Odilón Martínez García, de Atlacomulco, Estado de México, el próximo 29 de abril; Pedro Pablo Elizondo Cárdenas, de Cancún-Chetumal, el próximo 4 de septiembre; Javier Navarro Rodríguez, de Zamora, Michoacán, el próximo 27 de octubre; y Mario Espinosa Contreras, de Mazatlán, Sinaloa, el próximo 22 de noviembre.

¿Siete demarcaciones eclesiásticas vacantes son muchas? Si se observa desde cada diócesis vacante, en sentido estricto está acéfala, aún cuando el predecesor quede como administrador apostólico en tanto el Papa nombra un titular, o un presbítero local haga las veces de administrador; si se observa desde el conjunto de todas las demarcaciones eclesiásticas de México, 96, sin considerar las dos eparquías, estamos hablando del 7.3 por ciento del total; en tanto, si lo vemos a nivel global, considerando las 155 diócesis, arquidiócesis, prefecturas apostólicas, prelaturas territoriales y vicariatos apostólicos vacantes desde 2013 (inicio del Pontificado de Francisco) a la fecha, México representa el 4.5 por ciento de la Iglesia católica.

La promoción de obispos para sedes vacantes comienza en la propia diócesis, con la intervención del arzobispo metropolitano y los obispos de la región o provincia eclesiástica, así como la Nunciatura Apostólica. La designación de un obispo a una diócesis vacante puede darse por dos vías: trasladando a un obispo de una diócesis a otra o la promoción de un presbítero (sacerdote) al episcopado. Las necesidades particulares de la diócesis y las gestiones de los obispos de la región son claves. En ambos casos, el Nuncio realizar consultas y recaba información, que integra y envía al Vaticano, para que, en el Dicasterio de los Obispos, e incluso el de la Evangelización tratándose de tierras de misión, armen propuestas que el cardenal prefecto del Dicasterio presente al Papa. Ordinariamente esto se hace en audiencia privada los sábados. El Papa, luego de revisarlo, decide y remite su decisión en días posteriores al Prefecto, para que este, a través de la Nunciatura Apostólica informe al Episcopado y al elegido, sea para trasladar al obispo a otra diócesis o la elección de un nuevo obispo. Estas etapas están “sub secretum”, y el elegido está en la libertad de aceptar o no. Si no acepta, el Nuncio Apostólico notifica a la Santa Sede y reinicia el proceso.

Cuando se promueve a un sacerdote al episcopado, el proceso es más lento, pues luego de tener “candidatos propuestos” por parte de los obispos, la Nunciatura Apostólica realiza indagatorias y escrutinios, tanto a obispos, sacerdotes y personas laicas que lo conozcan a través de un amplio cuestionario que versa sobre ortodoxia doctrinal del candidato, capacidades y habilidades administrativas, vida y costumbres públicas.

La Nunciatura Apostólica, al tener candidatos indagados, envía al Dicasterio de los Obispos una propuesta de tres (terna), la cual es revisada en el dicasterio y éste se la presenta al Papa para que él elija entre ellos.

En estos procesos, el presbiterio de la diócesis (o un grupo de ellos, Consejo Presbiteral o Colegio de Consultores -anteriormente, esta función la tenían, con mayor peso, los cabildos catedralicios, integrados por canónigos) en cuestión, además, es consultado.

A la fecha, en el Episcopado Mexicano hay 30 obispos auxiliares en funciones. La Ciudad de México tiene siete, Guadalajara y Monterrey, cada una, tiene seis; Yucatán tres, Puebla tres, Iztapalapa, San Cristóbal de las Casas, Toluca, Tuxtla Gutiérrez y Morelia uno, en cada circunscripción eclesiástica. La Paz, en Baja California Sur, tiene uno, pero es coadjutor, es decir, con derecho a suceder al obispo residencial.

Por lo que corresponde los obispos que están por llegar a la edad límite de 75 años y deberán presentar su renuncia sujeta a ser aceptada por el Papa, como es el caso del cardenal y arzobispo de Guadalajara, Francisco Robles Ortega, el próximo mes de marzo, no hay que perder de vista que no es automática la renuncia, pues si bien está en libertad de presentarla el obispo, es el Papa quien la hace efectiva.

Tradicionalmente, en diócesis de importancia, y a reserva del estado de salud del obispo, como es el caso en Guadalajara, el Papa los ha dejado algunos años más en su servicio: a José Garibi Rivera, Pablo VI le aceptó su renuncia a los 80 años; a José Salazar López, Juan Pablo II le aceptó su renuncia a los 77 años; a Juan Sandoval Íñiguez, Benedicto XVI le aceptó su renuncia a los 78 años. Sin embargo, también los papas han aceptado renuncias cuando cumplen los 75 años, como lo hizo Juan Pablo II a Sergio Méndez Arceo en 1982.

¿Por qué va lenta la promoción de obispos en diócesis vacantes? No se descarta que próximamente comiencen los reacomodos y promociones en el Episcopado Mexicano, o de lo contrario, se acumularán las vacantes con aquellos que ya han superado el límite de edad (75 años). Las preguntas que en el Episcopado requieren respuesta es: son los propios obispos quienes “van lentos” o, ¿se registra lo que para observadores es una confrontación con la que se autoanulan Monterrey, Guadalajara y Ciudad de México con sus obispos promoventes? ¿Es acaso un impasse promovido desde el Vaticano para que los obispos mexicanos salgan, con la ayuda del Nuncio, a buscar otro perfil de pastores? ¿Que el Nuncio, como Samuel, no se quede con las “propuestas” de los obispos y vaya a buscar al que en el campo “cuida las ovejas?, pues “no te fijes en su aspecto ni en lo elevado de su estatura, porque yo lo he descartado. Dios no mira como mira el hombre; porque el hombre ve las apariencias, pero Dios ve el corazón” (1 Sam. 16, 7).

Veremos qué ven los electores.


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Rubén Alonso
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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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