Así como se ve el panorama, en el momento en que escribo las líneas que tan pacientemente deletrean ustedes (sábado por la tarde, sin saber del desenlace del Gran Premio de Japón que habrá tenido lugar a medianoche, hora del centro en Estados Unidos Mexicanos, y sin aventurarme a trasmitirles los resultados que anuncia mi bola de cristal), a Red Bull no le sirve de gran cosa que Yuki Tsunoda se haya colocado en el puesto 14 de la parrilla de salida.
No hay que adelantar vísperas, desde luego, pero si la alineación de los astros del firmamento dispone que el japonés no coseche puntos en su tierra natal, entonces el RB21 comenzará, ahora sí, a aparecer como el gran culpable del desmoronamiento de Checo Pérez, primeramente, de la fulminante defenestración de Liam Lawson, segundamente, y de la (posible) futura caída en desgracia, terceramente, del piloto recién promovido.
Las lecciones de la vida pueden ser muy, pero muy rudas: Lawson llegó a la escudería austriaca en plan retador, exhibiendo una insolencia no solicitada por nadie –“no vengo a hacer amigos”, mugió, dando a entender que su negocio era cosechar puntos y sanseacabó— siendo, miren ustedes, que en momento alguno vimos a multitudes agolpadas alrededor suyo mendigando sus favores.
Una pizca de humildad –o de simples buenas maneras— no le hubiera venido nada mal al jovenzuelo, ensoberbecido desde antes de ofrecer siquiera unos mínimos resultados. Tsunoda, por el contrario, porta en su persona la exquisita cortesía de todo un pueblo y sus declaraciones de que va a alcanzar logros son, antes que nada, una muestra de su compromiso personal al saber que lleva una gran responsabilidad sobre los hombros.
Este artículo está hecho, por lo pronto, de meras especulaciones porque, lo repito, no tengo a mi disposición las calificaciones validadas por los comisarios al finalizar la tercera carrera de la temporada –la presentación, ni más ni menos, del antiguo piloto de Racing Bulls, la escudería satélite, en la casa señorial— pero, siguiendo en esa tónica, podemos preguntarnos qué es lo que va a ocurrir si Tsunoda no logra tampoco aportarle puntos a la escudería de Milton Kynes para que conquiste el campeonato de constructores este año.
O sea, que si termina por confirmarse que el RB21 es un coche que solo el portentoso Max Verstappen puede domar, el siguiente sacrificado será, a pesar de todos los pesares, Yuki Tsunoda, así de injusto que resulte su despido. Pero, entonces, ¿lo van a poner de nuevo al volante del VCARB 02? Si así fuere, lo más probable es que Liam Lawson quedaría fuera de la F1 porque Isack Hadjar, el piloto franco-argelino recién llegado a Racing Bulls, está mostrando tamaños: este domingo, simplemente, estuvo en el puesto siete en la línea de salida del Gran Premio de Japón, seis lugares arriba del neozelandés, con todo y que los seguidores de este último estén cacareando que quedó arriba (una posicioncita nada más) de Tsunoda.
En fin, estamos viendo, por lo pronto, que los sucesores de Checo no lo tienen nada fácil. Así las cosas, y siguiendo en modo desaforadamente especulativo, ellos son tal vez los que le estarían abriendo la puerta al tapatío en… ¿Cadillac?