Política

La familia

El ser humano es social por naturaleza, es decir, su mismo ser exige de los demás para su desarrollo y perfección. Ahora bien, el ámbito natural y primario de la existencia de una persona es el familiar, en cuanto que la gestación y el nacimiento presuponen ante todo a los padres. La familia en su núcleo original, se compone básicamente de padres e hijos.

Lógicamente, a lo largo del tiempo y de los lugares intervienen muchos factores que crean diferencias en costumbres, pero la realidad familiar fundamental es común a todos los tiempos y culturas.

La centralidad de la familia corresponde a su calidad de constituir la primera sociedad natural, basada en la relación entre varón y mujer, única que puede dar lugar al nacimiento de nuevas personas, y por ello se suele decir que es la “célula vital de la sociedad”. Es en ella donde puede aprenderse primero el sentido y el valor de la convivencia y donde se forjan importantes lazos de solidaridad.

La familia es importante para la persona porque en ella nace y crece. De ahí que la falta de familia para alguien que queda por algún motivo apartado de ella se torna en una dificultad y en un reto, porque no es fácil sustituir la familia natural.

En una familia, en cambio, se espera que el amor de los esposos cree el ambiente adecuado para el desarrollo de las potencialidades de los hijos. Decía Juan Pablo II que “La primera estructura fundamental a favor de la ‘ecología humana’ es la familia, en cuyo seno el hombre recibe las primeras nociones sobre la verdad y el bien; aprende qué quiere decir amar y ser amado y, por consiguiente, qué quiere decir en concreto ser una persona”.

No solamente para la persona, considerada individualmente, sino para la sociedad como tal es importante la familia. El bien de la persona y el bien de la comunidad se hallan estrechamente relacionados y la fuerza y la salud, por así decir, de la sociedad, dependen en buena medida de la fuerza y salud de las familias que la integran.

Antes que el Estado, que supone la sociedad, y antes que la sociedad, se halla la familia, porque ésta es condición para la existencia de aquellos. Por lo mismo, resulta de capital importancia que la familia sea protegida y respetada en las costumbres sociales y en las leyes. Por eso decía Juan Pablo II: “Todo modelo social que busque el bien del hombre no puede prescindir de la centralidad y de la responsabilidad social de la familia. La sociedad y el Estado, en sus relaciones con la familia, tienen la obligación de atenerse al principio de subsidiaridad. En virtud de este principio, las autoridades públicas no deben sustraer a la familia las tareas que puede desempeñar sola o libremente asociada con otras familias; por otra parte, las mismas autoridades tienen el deber de auxiliar a la familia, asegurándole las ayudas que necesita para asumir de forma adecuada todas sus responsabilidades”.


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Pedro Miguel Funes Díaz
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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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