El pensamiento religioso de los Mayas concibe al ser humano como una dualidad formada por lo material e inmaterial o invisible. Lo invisible es el alma o espíritu (materia sutil).
El espíritu puede separarse del cuerpo durante la vida y viajar por todos los tiempos y espacios que están fuera de la realidad ordinaria.
El alma también puede salir del cuerpo a causa de una fuerte excitación o un orgasmo. Tras la muerte, algunas almas desaparecen y otras viven eternamente en sitios especiales, o reencarnan en otros cuerpos. A estas aventuras oníricas, hoy en día se les conoce como hipnagógicos; son vivencias fuera del cuerpo, desdoblamientos donde uno puede verse a sí mismo.
Los indígenas lo interpretaban como desprendimiento del alma, un estado de éxtasis que permite volar a otras dimensiones. Estas acciones no se pueden realizar en estado de vigilia o despierto. La idea del dualismo es la base de la concepción humana actual; es la esencia de la fe en una vida después de la muerte y del “más allá”.
El desdoblamiento se puede dar naturalmente en todos los hombres durante el sueño. Pero hay algunos hombres que pueden separar su alma y cuerpo voluntariamente; dirigir su espíritu a una ruta, a un destino; son especialistas en las imágenes oníricas y sueños lúcidos. Pueden viajar al inframundo o al cielo; recibir mensajes de los dioses; diagnosticar enfermedades y remedios; anticipar la muerte de otros.
La salida voluntaria del espíritu, lo logran usando hierbas y brebajes alucinógenos, insomnio, abstinencia sexual y danzas. A estas personas se les conoce como Chamanes; ellos interpretan las imágenes oníricas; el chamán es capaz de ver cosas que en estado de vigilia no es posible.
En el sueño, el alma se sale y se va, separada de la persona, viaja y sabe muy bien lo que hace. “El espíritu durante el sueño se siente ágil y fuerte, no siente cansancio ni pesadez, supera peligros nunca imaginados en la vida material, se hace fugaz y puede volar, se siente libre de los sufrimientos terrenales del cuerpo”.