El 17 de octubre de 1953 marcó un hito en la historia de México: las mujeres conquistaron la ciudadanía plena. Sin embargo, 72 años después, la democracia mexicana sigue en deuda con quienes abrieron el camino hacia la igualdad política.
En Tamaulipas, ninguna mujer ha ocupado la gubernatura y en los municipios de Victoria, Ciudad Madero, Río Bravo, Ocampo, Llera, Jaumave y Güémez, siete de los 43, nunca ha sido electa una mujer para ocupar la presidencia municipal. Además, el techo de cristal persiste y parece reforzarse en los ocho municipios con mayor rentabilidad política y que concentran a casi el 90 por ciento de la población.
Pese a los avances de las acciones afirmativas de 1996, el financiamiento etiquetado para el liderazgo político femenino en 2008 y la paridad en todo de 2019, la presencia de las mujeres en los espacios de decisión sigue limitada por factores culturales, estructurales y partidistas.
Entre los principales obstáculos destacan la falta de ejercicio eficaz del financiamiento etiquetado para el liderazgo político de las mujeres, el incremento de la violencia política de género y la escasa voluntad de las dirigencias partidistas para impulsar candidaturas femeninas competitivas.
Si bien, la igualdad política es el discurso políticamente correcto, mientras el Congreso de Tamaulipas no legisle la alternancia de género en la postulación a la gubernatura, seguirá siendo solo eso. Una omisión que mantiene a las mujeres sujetas a la voluntad de los partidos, en lugar de garantizar su acceso equitativo al poder.
En cuanto al ámbito municipal, los llamados bloques de competitividad no han evitado que en los municipios más pequeños y menos rentables se postulen mujeres, mientras los bastiones de poder permanecen en manos de hombres. Así, la paridad se cumple en el papel, pero no en el poder: sí hay mujeres en las boletas, no en las decisiones estratégicas.
Además, en todos los ámbitos se ha exacerbado la violencia política de género mediante campañas de desprestigio, la exclusión en la toma de decisiones, la negación de recursos y las agresiones simbólicas o físicas se han convertido en mecanismos para frenar a las mujeres.
Frente a este escenario, el Instituto Nacional Electoral (INE) y “Equidad de Género, Ciudadanía, Trabajo y Familia A.C.” impulsan el programa “Re-empoderamiento de las Mujeres en la Política”, dirigido a quienes han vivido violencia política, brindándoles herramientas para recuperar sus espacios con poder, estrategia y redes de sororidad.
No obstante, el mayor freno al empoderamiento político no es la falta de leyes, sino la ausencia del compromiso democrático de las cúpulas partidistas, predominantemente masculinas, que ven la paridad como obligación, no como una convicción democrática.
Tamaulipas necesita que las mujeres gobiernen ejerciendo la mitad del poder político, con la misma legitimidad con la que hoy legislan. A 72 años del voto femenino, el reto es convertir la paridad en poder real, por lo que, para lograrlo se requiere de reformas garantistas y de una transformación cultural y política que entienda que la democracia sin mujeres no es democracia para que, en Tamaulipas y en todo México, las que faltan lleguen.