Sociedad

Trabajo invisible

  • Criando Consciencia
  • Trabajo invisible
  • Nadja Alicia Milena Ramírez Muñoz

Cuando hablo del trabajo de mi esposo siempre menciono que espero que esté en los libros de historia algún día... Pero cuando hablo del mío se me dificulta muchísimo siquiera pensarlo como “trabajo”.

¿En qué momento las mujeres aceptamos la esclavitud envuelta en vestidos hampones, cocinas impolutas y sonrisas eternas?

En qué momento dejamos de ver lo que hacemos como un trabajo, sintiéndonos inútiles y poca cosa, para buscar en el mercado laboral “un trabajo de verdad” (mal pagado, con malos horarios, sin oportunidades reales de desarrollo la mayoría de las veces), como si el cuidar, criar, limpiar, cocinar, lavar, sacudir, no fuera hacer un trabajo que, aunque gratuito, en la mayoría de los casos, sostiene y ha sostenido el mundo y la sociedad por miles de años.

Digo gratuito porque no nos pagan, pero realmente no es gratis, nada es gratis. 

A las mujeres nos cuesta la vida, nos cuesta nuestra identidad, nos cuesta la consciencia del placer y el merecer.

Su trabajo no pagado nos cuesta, mucho más de lo que son capaces de entender. 

Nos cuesta el tiempo de dormir, la creatividad, el descanso, la sensación de logro, el cuerpo sano, la estética en la que queríamos desesperadamente encajar, los sueños de éxito profesional y aspiracional.

Nos cuesta todo y sin embargo nadie parece notarlo.

Ni el buen esposo que llega a lavar los trastes después del trabajo, ni el mal esposo que espera el agua de frutas diariamente sin importarle que da solo quinientos a la semana para despensa, mucho menos el cucaracho que espera que sus hijos y ex esposa esclava vivan con doscientos a la semana.

Nadie, porque es más fácil así, no ver, no notar, no hablar de lo cansada que termina el día la mujer que no trabaja y cómo todavía se le exige complacencia sexual; cómo termina el día la madre autónoma con miedo de la semana siguiente porque no tiene para la guardería; cómo termina el día la mujer que aparentemente lo tiene todo, pero no tiene absolutamente ningún reconocimiento por el trabajo realizado.

A ti que me lees, que ya no formas parte del club de los “nadie” te digo que una mujer que lacta está trabajando desde su realidad biológica, dentro de los esquemas sociales y dentro de la esclavitud normalizada para alimentar a su bebé; pero también te explico que la mamá que usa fórmula y se va a la maquila a trabajar está en los mismos niveles de cansancio que la anterior, porque no sólo están criando una vida, sosteniendo un hogar y viviendo procesos biológicos diversos, sino que lo están haciendo todo desde las sombras de lo que les toca. 

Sin paga. Gratis para ustedes y a un altísimo costo para ellas.

En esta conmemoración de la Semana de la Lactancia, les recuerdo que la leche materna no es gratis, pero las mujeres cubrimos el costo. 

Cubran ustedes las necesidades de esas madres.

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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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