Ideologías se irán, ideologías llegarán, pero la gramática de la lengua española prevalecerá. Los ismos, por antonomasia, son movimientos efímeros y que, de cualquier forma, pueden dejar una influencia en distintos ámbitos de la vida humana.
El neoliberalismo, entendido como una teoría política y económica que tiende a reducir al mínimo la intervención del Estado, de que tuvo y sigue teniendo una enorme influencia en el mundo, sin dejar a un lado en distintos idiomas, es innegable; pero a pesar de ello, en el caso del español, hay una institución humana que vela por normas que no permiten la destrucción del lenguaje.
Este viernes, en su conferencia de prensa cotidiana, el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, tocó el tema de la “cancelada” Reforma Educativa y de la pretensión de alcanzar una que sea “verdadera”, dijo que la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE), pedía también que se eliminara el lenguaje neoliberal y se propusieran nuevos términos que lo sustituyan. López Obrador cayó en contradicciones sintácticas al tratar de explicar en qué consiste ese pretendido “nuevo lenguaje”. Por ejemplo, cuando dijo que se pide que “se tienen que mantener términos, conceptos… porque no se quiere que quede nada del lenguaje neoliberal”, ¿o se quieren mantener o se quieren eliminar?
También cae en un contrasentido al señalar que “tenemos que regresar a un lenguaje nuevo”, ¿o se regresa o se avanza? No es lo mismo, pero a fin de cuentas, lo que se entiende es que sí se está pidiendo eliminar “la jeringonza neoliberal porque además es contraria al buen castellano”.
El Presidente y quienes hacen esta petición tienen razón, porque el neoliberalismo impuso términos, modismos, expresiones, conceptos completos, para tratar de normar la vida del ser humano en el mundo, especialmente en renglón económico.
El ejemplo dado por López Obrador no es necesariamente el más acertado en esa pretendida disolución de términos tecnocráticos. Dijo que por ejemplo: “y si no se va a usar el término evaluación, cuál es el equivalente de…, capacitación, no, puede ser formación, pero eso se tiene que ir resolviendo”.
La palabra evaluación para el Diccionario de la Lengua Española, tiene sus acepciones ya registradas y no son sinónimos de capacitación o formación, que tienen significados diferentes.
Las acepciones que los tecnócratas les dieron y les dan a muchas palabras, en todo caso no trascienden y modifican o se agregan a las determinadas por la Real Academia Española, o por la Fundéu, que es un brazo operativo de la RAE para el español urgente.
Para no descontextualizar lo expuesto por el Presidente de la República e insertar su dicho en el ámbito de allegarnos de nuevos términos que sustituyan a los “neoliberales” dijo que “hay una palabra nueva que se llama… para la descripción de los hechos, se dice es una nueva narrativa”.
Entiendo que esta “nueva narrativa” es una forma distinta de plantear el devenir histórico del país, si no con nuevas palabras, sí con sentidos y connotaciones para esas palabras, con un fin sociopolítico o socioeconómico específico, que, a fin de cuentas, es la intención de un Estado, de un grupo en el poder, que podrá introducir neologismos, pero no podrá trastocar a la gramática española.
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