Los actores políticos se sitúan en rutas directas hacia sus metas, pero casi nunca son compatibles con las de los otros actores, por ello ese recorrido se convierte en un proceso de transacciones en el que se modifican caminos en función del intercambio de recursos de toda índole. Cuanto más apreciada sea por un actor una meta, menos posibilidades existen de que dichas transacciones se hagan con “elegancia” y más nos aproximamos a actitudes que rayan en la violencia. El asunto de la consulta sobre la revocación de mandato del presidente López Obrador es típicamente uno de esos casos.
De entrada, tenemos al propio Ejecutivo realizando un uso indebido de un instrumento de democracia directa. Concebida como un freno de emergencia para eyectar malos gobiernos, con su nivel de popularidad, el Presidente lo tuerce para convertirlo en una manifestación pública de apoyo.
Por otro lado tenemos a la mayoría en la Cámara de Diputados buscando asestar un nuevo golpe al INE por la vía de acotarlo financieramente. La autoridad electoral responde a ello subiéndose al ring y votando un acuerdo de 6 contra 5 en el sentido de suspender la mayoría de las actividades relativas a la consulta. Con ello otorga lo que el Legislativo tanto quería, una fisura de un tamaño suficiente para colarse en la actividad del árbitro por la vía del despropósito que significa una denuncia penal en contra de las consejerías que sacaron adelante el acuerdo. Ante ello, el INE se muestra de nuevo unido en un posicionamiento contra dicha medida. El día de ayer vimos cómo el presidente de la Cámara se dio cuenta que se excedió en la dosis de violencia y está tratando de corregir la receta, desistiéndose de facto (aunque de jure no pueda) de la acción emprendida.
El telón de fondo de toda esta historia es la admisión de las dos controversias constitucionales que presentaron ante la SCJN la Cámara y la Consejería Jurídica de la Presidencia. Creo que, ante el desaseo reinante, fue lo mejor; más allá de un asunto electoral tenemos una controversia por temas presupuestales entre uno de los poderes y un organismo autónomo.
Nada de tregua navideña en el ámbito político electoral, bien al contrario.
Miriam Hinojosa Dieck