El Instituto Nacional de Salud Para el Bienestar (Insabi) vino a sustituir un programa exitoso como lo fue el Seguro Popular, por una simple y sencilla razón, la necedad de acusar a todo programa no ideado por la actual administración de ser un cochinero, y una oda a la corrupción.
Desde el primero de enero, arrancó la sustitución del Seguro Popular por el Insabi, cuya única cualidad me parece es haber reducido los requisitos para que aquellas personas que no tengan acceso a los servicios de salud que presta el estado como IMSS, Issste, Semar o Sedena, pero tampoco los recursos para poder contar con un servicio particular, tengan la oportunidad de recibir atención de calidad en hospitales públicos con un costo mínimo para quienes requieren de atención especializada y nada más.
Tal vez lo único que requería el Seguro Popular eran ajustes para mejorar la calidad, pues este programa sobrevivió a la transición del PAN al PRI en el gobierno federal por ser una política pública que resultó eficaz, no suficiente claro, pero buena, sin embargo no pasó la “prueba anticorrupción” de la 4T.
Claro que había deficiencias como las que reportó en su momento el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) como infraestructura y recursos humanos insuficientes ante un alza en la demanda de servicios aunados a una falta de atención a los problemas de salud y la mala calidad percibida por los beneficiarios.
La insuficiencia de medicamentos en algunos estados, ponía en evidencia problemas con la disposición de los servicios que se ofrecen y la incapacidad para atender la demanda generada con la creciente afiliación. Las mujeres embarazadas, se enfrentaban a la falta de laboratorios en las unidades para que puedan certificar su embarazo y, con esto, incorporarse a la Estrategia de Embarazo Saludable.
Tras el cambio de nombre, y de rumbo veremos si estas deficiencias se subsanan solo entonces sabremos si fue atinada la decisión, lo malo es que todo apunta a que no será así, y como siempre, por la nefasta decisión de borrar todo vestigio del pasado (mal de todos los partidos) le dan al traste a programas útiles solo porque a quienes llegan no se les ocurrió implementarlos.
Por eso en México, no avanzamos.
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