Hacia 1495, Leonardo Da Vinci diseñó un robot con armadura, poleas, cables y engranajes que imitaba movimientos humanos: cuatro grados de libertad en los brazos y tres en las piernas. Inspirado en esa idea, el sistema quirúrgico Da Vinci fue concebido siglos después con el fin de que un cirujano operara a distancia a combatientes en el frente de batalla. Nació en el imaginario de la guerra y evolucionó hasta convertirse en un instrumento que hoy acompaña a pacientes en otra batalla: la de la enfermedad.
En La enfermedad y sus metáforas (1978), Susan Sontag notó cómo la medicina moderna adoptó un lenguaje bélico para describir los padecimientos. El Da Vinci invierte la metáfora al ser hoy una herramienta de esperanza que reduce la estancia hospitalaria y acelera la recuperación.
El 4 de septiembre pasado, un robot de este tipo realizó en el IMSS de Nuevo León la primera cirugía robótica en el norte del país a un derechohabiente de 55 años con cáncer de próstata. Detrás del bisturí confluyeron dos inteligencias: la del equipo médico, capaz de diagnosticar y decidir; y la tecnológica, preparada para realizar con precisión milimétrica una mínima invasión.
Esta semana el Foro de Investigación en Salud IMSS 2025 reúne en Oaxtepec a científicos, médicos y especialistas para pensar el futuro de la medicina mexicana.
La innovación, la investigación científica y el desarrollo tecnológico del IMSS son parte esencial del segundo piso de la transformación. La institución cuenta con infraestructura y talento humano para convertir evidencias en políticas públicas y diagnósticos en derechos plenos. Así asume dos compromisos de la presidenta Claudia Sheinbaum: hacer de México una potencia tecnológica y de innovación e impulsar un programa nacional de desarrollo científico.
El IMSS es hoy la institución de salud con mayor número de patentes registradas en el país y multiplicó sus protocolos de investigación de 4,500 en 2018 a más de 41 mil en el sexenio pasado. Con ello, la investigación deja de ser un asunto de laboratorio para materializarse en terapias y diagnósticos que llegan a la cama del paciente. Programas como el de Investigación Traslacional (Traslada) y los Centros de Estudios Clínicos del IMSS (Cecimss) tejen redes de investigadores y personal de salud para enfrentar juntos los grandes problemas: cáncer, diabetes, VIH y enfermedades cardiovasculares, con una visión de ciencia aplicada a la vida real.
El éxito de la cirugía robótica y el Foro de Investigación en Salud muestran a un IMSS que avanza con audacia para apostar por tecnología de punta y con humildad para reconocer que de nada sirve la innovación si no la guía el humanismo.
Cuando estos hitos se vuelvan procedimientos cotidianos, habremos cumplido no solo un compromiso de gobierno, sino un compromiso ético: que nadie se quede atrás en la promesa de una medicina más humana, más justa y más efectiva.
Siete grados de libertad tenía el autómata de Da Vinci. Siete artes liberales conformaban la educación medieval. Hoy, en el IMSS esos siete grados de libertad son también una metáfora de lo que buscamos: que cada movimiento de la ciencia se traduzca en libertad para sanar, aprender y vivir con dignidad. Que la innovación no sea un privilegio, sino un derecho compartido.