La Política debe tener un propósito positivo o no es Política, escrita así con mayúscula, porque la Política surge para resolver el conflicto social y superar a la violencia, propia de la decadencia y la barbarie. Los problemas sociales deben solucionarlos los políticos, esa es su misión principal. Hace algunos días en conversación con algún amigo matemático, me evocaba las aportaciones de un científico poco conocido: John Von Neumann, reconocido entre otras de ellas para la creación de las computadoras. En nuestra plática, para comprender una de sus contribuciones: la llamada “teoría de juegos”, que estudia las mejores estrategias para tomar decisiones, que al referirse a la Política, se trata del llamado juego de “suma cero”, sencillo de comprender, cuando uno gana y otro pierde, como se ve en la historia que muestra la existencia de clases dominantes y clases dominadas, vencedoras y vencidos, ganadores y perdedores.
Luego surgió otro pensador, de un modo más optimista para considerar la historia, el escritor Robert Wright, quien en su libro “Nadie Pierde”, defiende la evolución de las culturas en la identificación de soluciones de ganar-ganar, de suma positiva en la convivencia humana, aunque rara y difícil de lograr.
El matemático explicaba, desde su perspectiva, la situación que vive el país: una situación dividida, fragmentada, polarizada que muestra un juego de suma negativa, y me preguntaba ¿cuáles pueden ser las soluciones?
Brevemente repasaré algo de lo expresado. La política mexicana está sujeta a una dialéctica de juegos de suma cero, que requiere de incentivos para avanzar, principalmente en lo social. Desde ahí es donde debemos repensar los problemas que aparentemente no tienen solución por los políticos.
Destacaré que hay un profundo compromiso público, ineludible, de gobernantes y representantes frente al país y con la democracia, para responder a los retos de la sociedad: salud, educación, pobreza crónica, empleo y salarios, aprovechamiento de nuestros recursos naturales, inseguridad creciente, uso eficiente, honesto y eficaz de los recursos de los contribuyentes, y otros más, para lo que se requiere siempre: dialogo y acuerdos.
Sin embargo, pareciera que hay una estrategia para la crispación, que se observa tanto por la aspereza del lenguaje como por lo monotemático por temporadas, que domina la agenda pública. Esta crispación afecta las relaciones entre el gobierno y la oposición, perturba hasta la convivencia entre los ciudadanos, generando divisiones aún entre las familias. En este ambiente es cuando brotan grupos, con y sin poder, que se valen de todo y sobre todo para deslegitimar permanente y sistemáticamente al adversario, animando el antagonismo político, clara amenaza a la armonía y al consenso democrático. Los avances en nuestra democracia, se ven afectados entorpeciendo el dialogo y el consenso, vitales para la Política.
Mauricio Valdés