Cultura

Los cien años de Rosario Castellanos

De cara al centenario de Rosario Castellanos (Ciudad de México, 1925—1974, Tel Aviv, Israel), que celebraremos el próximo domingo 25 de mayo, desde hace un par de años se vienen preparando una serie de publicaciones y actividades culturales que aportan otra visión o, acaso, enfatizan en la figura que ya conocemos de la escritora: la correspondencia, la biografía, algunas pláticas, una exposición, las compilaciones, reediciones de su obra. Todo converge hacia un punto: la mujer comprometida con la escritura que supo dirigir su crítica hacia la sociedad mexicana desde su trinchera: en novelas, cuentos, ensayos y parte de su poesía.

Rosario Castellanos. Materia que arde. Sara Uribe. Lumen. México, 2023.
Rosario Castellanos. Materia que arde. Sara Uribe. Lumen. México, 2023.


Su ficción puede agruparse en dos ciclos: el chiapaneco y el urbano. Al primero pertenecen novelas como Balún Canán (1957) y Oficio de tinieblas (1962); y un par de volúmenes de relatos, Ciudad Real (1960) y Los convidados de agosto (1964). En el segundo se ubican los cuentos de Álbum de familia (1971) y se descubrió después, al publicarse de forma póstuma, en Rito de iniciación (2012), novela situada en la Ciudad de México que retrata la vida de Rosario Castellanos durante sus años como estudiante universitaria; manuscrito rescatado por Eduardo Mejía, especialista y compilador de la obra de Rosario Castellanos. En lo que respecta a la no ficción, los ensayos, la crítica literaria, y las cartas, se ubican en una línea transversal que cruza tanto la época chiapaneca como la urbana.

En 2016, un año antes del centenario de Juan Rulfo, la editorial Random House le encargó a Cristina Rivera Garza que escribiera sobre el narrador jalisciense. A caballo entre el ensayo y la crónica, la escritora mostró una forma diferente de leer a Rulfo. Se trata de un libro cercano a la bitácora de viaje, diario de lectura, apuntes para ir más allá de los murmullos y la visión del México indígena. Al seguir las huellas rulfianas, la autora se encuentra con lugares y personas que la remiten a su obra; pasa por Chihuahua, Durango, León, la Ciudad de México, Puebla y Luvina, Oaxaca. Explora los hilos de una maneja que se ha gestado con suma solemnidad; sin embargo, va más allá del rastro de los habitantes de la Media Luna: desmenuza su lectura, su afán de seguir la ruta trazada por la melancolía y el desasosiego. Recuerda que Rulfo fue acaso el primer narrador mexicano en abordar algo tan natural como es la menstruación, y las implicaciones que se desencadenaron cuando decidió incluir este tópico en su narrativa. El valor de su ensayo reside en la exploración de la sexualidad femenina, asunto que se enriquece de manera notable. A partir de esa publicación, la escritura de Rivera Garza se ubica más en un compendio de crónicas, memorias, bitácoras, ensayo, y no propiamente dentro de la ficción. Así como fue a encontrarse con Rulfo, lo hizo con José Revueltas en la Autobiografía del algodón (2020) y con Liliana Rivera Garza en el Invencible verano de Liliana (2021).

Lo que le encomendaron a Sara Uribe (Querétaro, 1978) fue la realización de una biografía sobre Rosario Castellanos, ágil, amena, para un público no especializado en la escritora de raíces chiapanecas. Lo hace siguiendo la línea cronológica de su vida (los acontecimientos que marcaron su trayectoria, sus autores de cabecera, sus publicaciones, distinciones, reconocimientos, premios, viajes, su matrimonio con Ricardo Guerra, el nacimiento de su hijo, la decepción ante la vida conyugal, la pérdida de la tutela de su hijo, entre otros asuntos). Lo hecho por Uribe está organizado como en fichas biográficas, escritas con el afán de interesar al lector y proporcionar datos elementales, sin profundizar en el tema; algunas de ellas responden a una prosa que quiere contagiar o chismear. Al final de esas fichas o postales sobre Castellanos, aparece un apartado que editorializa la voz de la biógrafa: le pregunta cosas a la novelista, se solidariza con ella, prevalece la sororidad para Rosario Castellanos. Son las dudas o vacíos que asaltaron a Uribe y que, en vez de dejarlos a un lado, decide recopilarlos como si pudiera establecerse un diálogo con la escritora y su biógrafa. Recordando lo hecho por Rivera Garza, esos finales de capítulos es la manera que Sara Uribe tiene de dar su visión personal de Rosario Castellanos e ir detrás de ella.

“Tu mirada panorámica te permite contemplar y analizar ese amplio mar que es la literatura. Sentir sus pulsos, vaivenes y trayectorias. ¿Cómo fue que se agudizó tanto tu capacidad para leer las obras de tu tiempo? ¿Fue, acaso, la necesidad de saber en dónde exactamente estaba situada tu propia escritura?”, escribe Uribe. (pág. 223)

La biógrafa es cuidadosa, evita introducir adjetivos así como una línea que marque una directriz hacia una mirada de Castellanos unilateral, sino que prefiere incluir la visión de la propia autora, y luego de diferentes voces, cuando el tema ya no puede ser abordado por la escritora.

Es un libro de pinceladas sobre Rosario Castellanos, una invitación a la lectura, un referente de coincidencias y desencuentros, mas no una lectura que intente establecer vínculos literarios ni comparaciones para situar la obra; es decir, aquí hay más anécdotas que crítica literaria. No obstante, el libro cumple su función de ser una invitación a la lectura.

Lo que está fuera de lugar, y aparece como una constante en diversas páginas de la edición, es el muestrario de lámparas, bombillas, candiles, quinqués, que dibujó Verónica Gerber. Resultan innecesarias hasta incomoda verlas, pues habría que recordar que la escritora murió electrocutada al encender una lámpara en la casa que le fue asignada en Tel Aviv, cuando se desempeñaba como embajadora de México en Israel.

Mientras tanto, al margen de lamparitas, la obra completa de Rosario Castellanos está publicada en el Fondo de Cultura Económica. Habrá que releerla. Su visión crítica hacia el papel que desempeñan las mujeres en México continúa teniendo vigencia así como su forma de exponer el racismo. Nadie como ella encarna a un referente esencial para entender a la mujer mexicana.


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Mary Carmen Sánchez Ambriz
  • Mary Carmen Sánchez Ambriz
  • mcambriz@hotmail.com
  • Ensayista, crítica literaria y docente. Fue editora de la sección Cultura en la revista Cambio.
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