Cultura

Leer, respirar, habitar…

Baudelaire dijo que los seres humanos tenemos derecho al desorden. Probablemente lo comentó cuando vio su biblioteca o la mesa del comedor atiborrada de títulos. ¿Cómo escribir un ensayo si no se tiene preparado un espacio para consultar los libros que hemos leído, la frase subrayada, la anotación hecha al margen? Para muchos podría ser como un campo de estratagemas, acaso algo similar a lo que se percibe en la mente de quien escribe.

Ese desorden baudeleriano queda retratado en las atractivas viñetas de este libro. Hay un escritorio, volúmenes por doquier, papeles, apuntes y gatos que con su compañía hacen más placentera la aventura de sumergirse en varios libros. Es la cocina del escritor, como lo indica Inés Arredondo en uno de sus ensayos. ¿Cuáles son esas lecturas formativas y que, tarde o temprano, encauzan el sendero de la escritura? No pocas, son peldaños que se van sumando a la mirada crítica de una lectora.

Karen Villeda (Tlaxcala, 1985) elabora lo que podría llamarse su cocina de escritora al recuperar tres ensayos que escribió en su juventud. Cada uno de ellos está acompañado de una “Estampa”, un breve texto en el que relata cómo fue su acercamiento a las creadoras. Leonora Carrington, Virginia Woolf y Norah Borges, es la tercia con la que decide contagiar su gusto por la lectura y la escritura. Cada determinado tiempo los editores (estatales, independientes y de trasnacionales) deberían fomentar la publicación de estos textos. En México se pone poca atención a las reflexiones que incentivan la lectura o se cae en asuntos redundantes abordados por las mismas plumas.

San Agustín en las Confesiones define el acto de leer como “un viaje por el texto que se lee, que clama para la provincia de la memoria el territorio explorado, mientras, en el proceso, el paisaje inexplorado frente a nosotros disminuye gradualmente y se convierte en territorio conocido”. Thomas Carlyle era un devorador de libros, en tanto que Flaubert le escribe a su amiga Mademoiselle de Chantepie: “Leer para vivir”. Este libro recuerda que leer es quizá un sinónimo de respirar, habitar y permanecer en el mundo. ¿Acaso puede ser de otra manera?

Habitaciones impropias. Karen Villeda. Ilustraciones de María Magaña. UNAM. México, 2023.
Habitaciones impropias. Karen Villeda. Ilustraciones de María Magaña. UNAM. México, 2023.

En el acercamiento a Leonora Carrington, la escritora enfatiza en su gusto por los caballos. Así decide Villeda iniciar el recorrido por la zoología fantástica de esta extraordinaria prosista y artista plástica. Caballos en la vida de Leonora, en la literatura, en el arte. “En el mundo narrativo de Leonora convergen la ciencia y el arte, la luz y la oscuridad. La artista ha creado a seres que habitan entre nosotros, monstruos humanos. Se ha creado a sí misma con estos ‘seres mixtos’ y habita en ese espacio lúdico, siempre sugerente, casa de los espejos: imágenes deformadas de la realidad, realidad deformada por imágenes inexistentes. Transfiguraciones habituales. En las cartas de su tarot hippie, como lo rememora Alejandro Jodorowsky, Leonora veía secretos que eran sus espejos’”. (p. 35)

Cuando habla de Virginia Woolf, la ensayista se centra en la poética de Una habitación propia y en contra del totalitarismo. Porque “el fascismo apunta a la movilización de las masas, promoviendo una ideología que permee a toda la sociedad y promueva la pasividad de los roles femeninos a través de la propaganda”, refiere Villeda. Y añade más adelante: “Confina a las mujeres a las actividades del hogar, como lo ejemplifica Hitler en uno de sus discursos: ‘una mujer abogado puede ser muy eficaz pero si su vecina tiene cinco o seis hijos saludables y bien educados, entonces yo digo que, desde el punto de vista sobre el futuro de la nación, esta mujer ha logrado más’”. (p. 47, 48 y 49) Confiesa Villeda que su concepto de poder se ha delineado dependiendo de los metros cuadrados que ocupa en un espacio privado, aunque no está de acuerdo con que ésta sea la única opción. En su ensayo le permite ver al lector que ella vivió en conflicto con la ideología a favor de Franco que tenía su padre, la cual chocaba con las nociones de independencia que promulga Woolf.

El tercer ensayo se ocupa de la empatía y coincidencias intelectuales entre Borges y su hermana. La infancia de Borges, como lector inicial, debió haber sido fascinante. Y esos pasajes los comparte con Norah. Y después se centra en el esposo de Norah, Guillermo de Torre, poeta ultraísta. Villeda rememora que la forma poética empleada por los ultraístas era el caligrama, “aunque algunos poemas no creaban imágenes que expresaran visualmente su contenido”. No obstante, la escritora advierte que Lucía Sánchez Saornil, anarquista española que escribía con el seudónimo de Luciano de San-Saor, es mejor escritora que el cuñado de Borges en estos menesteres poéticos vanguardistas.

El libro cierra con una introspección, estampa final a manera de prosa poética, sobre las mujeres que escriben en sus habitaciones propias, sobre quienes se rebelan contra lo establecido y leen, escriben, habitan y hacen del mundo un mejor sitio.


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Mary Carmen Sánchez Ambriz
  • Mary Carmen Sánchez Ambriz
  • mcambriz@hotmail.com
  • Ensayista, crítica literaria y docente. Fue editora de la sección Cultura en la revista Cambio.
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