Exceso de muerte. De la peste de Atenas a la covid-19. Armando Bartra. Fondo de Cultura Económica. México, 2022.
En este verano surfeamos sobre la quinta ola covid. Vacunados y con refuerzos enfrentamos de la mejor manera posible las secuelas de la pandemia que aún no termina. Se siguen publicando libros sobre este mal que nos aqueja: de carácter testimonial, ficciones, análisis médicos, políticos; no obstante, pocos se ocupan de la aniquilación del ser humano. Hemos sido testigos-responsables de la extinción de especies de animales, pero qué sucede cuando está en riesgo la presencia de los seres humanos en el planeta. De eso trata el este ensayo.
La fragilidad del ser humano ante la muerte es el punto de partida en este recorrido por varias épocas de pandemia. No sólo el covid nos ha puesto a prueba o como se dice de manera coloquial en el boxeo, contra las cuerdas, sino que han habido otras epidemias que enfatizan en estos dos puntos cruciales: la enfermedad y la muerte.
Armando Bartra llama a la pandemia la Gran Crisis porque condensa y da salida a todos los males que nos aquejan como sociedad; es decir, hizo que sacáramos lo peor de nosotros: “la pobreza, la desigualdad, la exclusión, el racismo, el sexismo, el adultocentrismo… y en el fondo la torcida relación entre sociedad y naturaleza que ya nos tenía al borde del colapso y enderezada es hoy asunto literalmente de vida o muerte”.
Mirar al pasado ayuda a reconocernos, a vernos en el espejo de testimonios, ensayos y narrativas que oscilan entre la ficción y la reflexión. El autor, de manera acertada, logra convocar a una serie de escritores, historiadores y filósofos que convergen en lo que Bartra denomina experiencia desnuda planetaria. Es posible leer a Tucídides, Tino Lucrecio, Jules Michelet, Goethe, Heidegger, Walter Benjamin, Virginia Woolf, Daniel Defoe, Albert Camus, Levi-Strauss, Susan Sontag, Katherine Ann Porter, Henning Mankell, John Berger, Mike Davis, Carlos Monsiváis y Edgar Morín, entre otros.
Bartra logra extraer de cada escritor la esencia que se requiere para tiempos aciagos, en donde impera el desasosiego. Este libro, en buena medida, nos hace sentirnos acompañados. A través de la palabra, de la construcción narrativa de ficción o testimonial, encontramos refugio a nuestras inquietudes. La literatura como reflejo de la sociedad, del caos ante el hambre, la enfermedad y la muerte.
En otro tenor, Armando Bartra reconoce que las mujeres han tenido que desempeñar más roles en esta pandemia y, en ese sentido, se ha acentuado la desigualdad de género: “Es inadmisible que se cargue exclusivamente sobre las mujeres el incremento de trabajos domésticos, de educación y salud, resultante del cierre de escuelas, de la mayor morbilidad y de la insuficiencia de los hospitales, lo que hace que pierdan gran parte de los espacios conquistados en el mercado laboral, a lo que se suma el incremento de la violencia doméstica a causa del encierro”. Y aquí habría que agregar que la violencia doméstica deriva, lamentablemente, en feminicidios como lo expone con gran habilidad Cristina Rivera Garza en El invencible verano de Liliana, libro que aunque Felipe Garrido y sus tres fans no logren asimilarlo, ha seguido obteniendo premios literarios.
Pese a sus buenos propósitos y exposición de ideas, el libro no escapa de un reproche. Es necesario mencionar que está fuera de lugar su comparación del México gobernado por AMLO y la Venezuela de Hugo Chávez. Su comentario, en medio de la lucidez narrativa que predomina en el libro, extraña, desubica y resopla como la misma intensidad que la derecha lanza reproches sin sustento. Es un párrafo arriesgado que no viene a cuento e inserta sin miramientos y respeto al lector.
En plena quina ola del covid-19, el ensayista nos recuerda que la “experiencia desnuda planetaria nos confronta a todos y a cada uno con la muerte, con la otredad radical, con el vértigo del ser y del espanto de la nada”. Porque como reflexiona Armando Bartra, “estamos presenciando el fin de un mundo que nos vendieron como eterno; vimos el rostro de la muerte y necesitamos hacer el duelo”.
Mary Carmen Sánchez Ambriz
@AmbrizEmece