Cultura

El abismo vertical de Roberto Juarroz

Muy lejos de aquí, en Coronel Dorrego, provincia de Buenos Aires, se llevó a cabo por estos días una Semana Vertical, por el centenario del nacimiento del escritor argentino Roberto Juarroz (1925-1995), quien nació ahí el 5 de octubre.

Poesía vertical. Dos tomos. Emecé, Buenos Aires, 2005.
Poesía vertical. Dos tomos. Emecé, Buenos Aires, 2005.

​Parecerían referencias muy lejanas, pero el poeta tiene su historia con México, en donde a cada tanto se publicaban poemas suyos, por ejemplo en la revista Vuelta, debido a su amistad con Octavio Paz. A la Librería Parroquial, de Clavería, solían llegar sus libros, editados por Carlos Lohlé, tanto los de versos como aquellos diálogos que tuvo con Guillermo Boido, en lo que se tituló Poesía y creación (1980). Hubo edición mexicana de la Novena poesía vertical (Papeles Privados, 1987). Y hay un tomo de conversaciones con Juarroz que fue realizado por Daniel González Dueñas y Alejandro Toledo (La fidelidad al relámpago), ya con dos ediciones (UAM Iztapalapa, 1990, y Ediciones sin Nombre/Juan Pablos,1998) e incluso con traducción al francés (Fidélité à l´éclair, Lettres Vives, 2001).

En este centenario, Roberto Juarroz es una figura presente en nuestro país, por lo que en notas periodísticas y suplementos se ha dado constancia de esa que parece una lejana celebración. La primera singularidad de la obra es el nombre que dio Juarroz a su escritura; sólo así, Poesía vertical, cuyo primer libro apareció en 1958, al que siguieron Segunda poesía vertical (1963), Tercera poesía vertical (1965)… hasta llegar a trece, o más, puesto que de manera póstuma se publicó la Decimocuarta poesía vertical (1997).

Sus libros están sujetos a un concepto, el de lo vertical, y sólo son diferenciados por las cifras sucesivas; y los poemas suelen ir numerados. La verticalidad tiene varias explicaciones. En el primer libro hay este epígrafe: “Ir hacia arriba no es nada más/ que un poco más corto o un poco/ más largo que ir hacia abajo”. La edición compilatoria de Emecé utiliza, a manera de prólogo, estas palabras de Octavio Paz: “Poesía vertical: hacia arriba y hacia abajo, pozo por el que sube el agua potable del espíritu y torre por la que desciende el aire libre del pensamiento. Cada poema de Roberto Juarroz es una sorprendente cristalización verbal: el lenguaje reducido a una gota de luz. Un gran poeta de instantes absolutos”.

La Tercera poesía vertical contó con una carta-prólogo de Julio Cortázar, quien en realidad le comenta al autor su lectura del tomo anterior, y le dice: “Sus poemas me parecen de lo más alto y lo más hondo (lo uno por lo otro, claro) que se ha escrito en español en estos años. Todo el tiempo he tenido la sensación de que usted logra asomarse a lo que busca con esa visión totalmente libre de impurezas (verbales, dialécticas, históricas) que en el alba de nuestro mundo tuvieron los poetas presocráticos, esos que los profesores llaman filósofos: Parménides, Tales, Anaxágoras, Heráclito. A usted (y a ellos) le basta mirar en torno para que toda visión prosaica caiga en pedazos ante ese apoderamiento total del ser por la poesía”.

Juarroz fue uno de los poetas invitados a aquel gran encuentro internacional literario de 1987, organizado por Homero Aridjis, que tuvo como una de sus sedes el Teatro de la Ciudad de México. Su lectura no resaltó, acaso porque había en el entorno una atmósfera de festival (con porras o chiflidos, en el raro duelo entre pacianos y sabinianos), pero quienes conocían a Juarroz pudieron apreciarlo y valorar sus letras. Esa vez, los entonces jóvenes escritores González Dueñas y Toledo lo abordaron para conversar con él, y aquel diálogo banquetero se prolongó. Entre otras cosas, le preguntaron por el sentido de verticalidad en su poesía, y dijo: “La idea de verticalidad supone atravesar, romper, ir más allá de la dimensión aplanada, estereotipada, convencional, y buscar lo otro. A veces digo que la poesía no tiene su reino en este mundo; evidentemente si uno ve lo que ocurre alrededor (los poderes, las políticas, las ideologías, toda esa pavada que nos circunda) concluye que la poesía no pertenece a este mundo. Sin embargo, le pertenece. Ante todo, porque no es tampoco del otro mundo; la poesía es cosa de hombres, no de ángeles. El poeta no tiene otra alternativa que inventar o crear otros mundos. La poesía crea realidad, no ficción. Afirmo que la poesía es realidad, y para mí es la mayor realidad posible porque es la que cobra conciencia real de la infinitud”.

Por considerarlo como su maestro, el nombre de Roberto Juarroz suele ir unido al de otro gran autor argentino, Antonio Porchia, a quien buscó en su juventud, que escribía sólo líneas de pensamiento poético, a las que llamó “voces”, y a cuya escritura en cierto modo rinde tributo Juarroz al presentar, en paralelo a los versos, unos “fragmentos verticales”.

Cuando Porchia murió, Juarroz le escribió un poema, en el que figuran estos versos: “Hemos vivido juntos tanto abismo/ que sin ti todo parece superficie”.

Así es el abismo vertical de Roberto Juarroz, poeta centenario.


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Mary Carmen Sánchez Ambriz
  • Mary Carmen Sánchez Ambriz
  • mcambriz@hotmail.com
  • Ensayista, crítica literaria y docente. Fue editora de la sección Cultura en la revista Cambio.
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