Si en un principio al arribar las nuevas formas para comunicarse, tales como el internet, la telefonía, las redes sociales y otras, la sociedad quedó fascinada por la agilidad para enviar y recibir información; pero ha llegado el momento de la saturación por el abuso de esas formas.
Son las personas las que optan por el uso de esos medios, no por una necesidad sino para entrar a la supuesta modernidad, al grado de que los teléfonos móviles son ya un instrumento indispensable porque así se ha aceptado.
Pero el problema surge cuando los usuarios se vuelven dependientes y llegan a abusar de las llamadas plataformas, lo cual conlleva riesgos. Ahora resulta que ya existe el Día Mundial de las Redes, pero no todas las personas (educadores, pensantes, las reflexivas) tienen algo qué celebrar.
Desde el punto de vista de la seguridad, el fenómeno va ligado a la sobreexposición de quienes están atrapados… en la red, en la cual todo se comparte al divulgarse gran cantidad de detalles personales.
Los jóvenes son quienes tienen necesidad de compartir, cuyo comportamiento se debe al deseo humano de querer vincularse con los otros. Los usuarios no se detienen a pensar en los riesgos a los que se exponen al compartir información personal en las plataformas sociales. Así, es probable que una persona con mente criminal pueda construir un perfil detallado de un blanco de ataque. Sucede ahora. Se envían mensajes persuasivos para robar credenciales, dinero o la oferta de recetas milagrosas.
Se inventan historias de amigos “secuestrados” que piden apoyo o rescate económico u ofrecen cursos “gratuitos”, pero hay que pagar el registro o llevan al incauto a una página falsa para infectar el sistema.
Otro problema que recae en un público permisivo ante lo persuasivo, son los miles de mensajes publicitarios tanto de la empresa como del gobierno lo atrapan todos los días. En general, no llevan a un estado de precaución o de información, sino a un tratamiento de disolver la capacidad de razonar y decidir a base de repetición.
Cuando los gobiernos que administran bien no requieren de más publicidad, hay otros que de manera machacona nos dan “los buenos días”. _