Según encuestas que aplica el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), en nuestro país se va reduciendo el número de matrimonios a partir de la aparición de la pandemia o por decisión de la pareja, de tal manera que, si en 2011 había registrados (en miles) 571, para 2021 se había reducido a 453, en la relación hombre-mujer.
Sin embargo, en 2021 se registraron legalmente como matrimonio sui generis, 4341 parejas del mismo sexo, siendo hombres 1845 y el resto mujeres.
Gran parte de los estados ha reconocido en su Código Civil esta situación, impidiendo así que las nuevas parejas vayan a otro estado a legalizar su unión; en última instancia, acudían en amparo para obligar al oficial de Registro Civil a cumplir con la disposición constitucional.
Otros datos de la estadística que registra una realidad social, estriba en la proliferación ilegal del matrimonio infantil, del cual señala la periodista Marcela Vázquez Garza, se trata de una “infancia interrumpida”.
Veamos el caso: en marzo de 2019 se prohibió en nuestro país, pero después de varios años de discusión camaral, porque existen todavía comunidades que se rigen por usos y costumbres, pero que afectan inmediatamente a esa infancia sin protección.
Con datos en el Inegi de 2021, 10.5 millones de mujeres menores de 18 años contrajeron matrimonio y, dentro de esa cifra, había seis de cada mil matrimonios, niñas involucradas de entre 12 y 14 años.
Pese a su prohibición, México todavía está en el octavo lugar mundial en matrimonio infantil, según reportaje de la organización Girls Not Brides.
Contra esa fuerza social que poseen los grupos indígenas, se ha aprobado una reforma al Código Penal que establece una sanción a quienes obliguen a menores de edad a iniciar un matrimonio, decisión legislativa que espera su decreto, iniciativa que incluye a quienes obliguen a esa unión, no obstante la persona sea mayor de edad, que es otra parte del uso y costumbres ancestral. La penalidad es de ocho a 15 años de cárcel más una sanción económica, teniendo presente que precisamente el dinero juega un papel importante en los “tratados de familia” porque existe ese interés en el acuerdo.
De no combatirse esta situación y de todo lo que afecte a la niñez, téngase presente hasta dónde puede llegar la degeneración de la sociedad, según relata Lydia Cacho en “Los demonios del Edén”.