Esta semana la Secretaría de Hacienda presentó ante el Congreso su propuesta de paquete económico para 2026. A reserva de hacer un análisis más profundo de lo que este paquete anuncia, desde mi personal punto de vista creo que, en términos generales, es un presupuesto austero, propositivo, que va en la dirección correcta; sin embargo, hay algunos temas donde creo que hay demasiado optimismo y, por tanto algunas cosas serán muy difíciles de lograr.
Me gusta que se ponga énfasis en seguir luchando para bajar el déficit tan importante que heredó López Obrador a la presente administración; contemplar que el endeudamiento no crecerá demasiado es una buena señal, ojalá se logre. Creo que el secretario de Hacienda ha puesto énfasis en que pronto alcancemos la estabilidad que teníamos hace algunos años, la cual se perdió en el último año de López Obrador, cuando, por desgracia, se fueron de bruces con el gasto y éste ni siquiera tuvo un impacto significativo en el crecimiento.
Para mí siguen siendo una enorme preocupación las ayudas a Petróleos Mexicanos; entiendo que se las deben dar, sobre todo porque es un tema que se tiene que resolver ya, pero lo que no comprendo es que se le eche la culpa del endeudamiento de la paraestatal a las administraciones de Peña Nieto y Calderón.
La verdad sea dicha, el manejo de Pemex ha dejado mucho que desear desde hace más de 50 años, pero no se puede ocultar que la administración anterior haya sido probablemente la peor para la petrolera, a pesar de las constantes inyecciones de capital durante los seis años de López Obrador; el administrador no hizo nada para aplaudir.
La producción se estancó, nunca se redujeron los costos de operación a pesar de que el tamaño de la petrolera era sensiblemente menor, por ejemplo, Pemex tiene el mismo número de personal hoy que el que tenía hace 30 años, y la producción bajó de 3.4 millones de barriles diarios a 1.6; en cualquier empresa privada eso hubiera llevado de inmediato a reducciones en todos los ámbitos con el objetivo de adecuar el tamaño de la empresa a su realidad en el mercado.
También me llama la atención que en el paquete económico no se contemplen evaluaciones sobre los beneficios de los programas sociales; yo he mantenido mi apoyo a aquellos que benefician directo a los adultos mayores a través de los mecanismos establecidos; sin embargo, sí tengo serias dudas de la efectividad de todos aquellos que instituyó López Obrador, y que por algún raro motivo no han sido sujetos a una evaluación que permita saber si realmente están dando los frutos esperados, o solo es dinero tirado a la basura.
Las cifras de crecimiento estimadas en el paquete para 2026 me parecen cargadas de optimismo, ya que no veo iniciativas sobre políticas públicas que alienten la inversión privada. La pública, destinada a infraestructura, me parece insuficiente en relación con las enormes necesidades que tenemos.
El tema da mucho de qué hablar y lo seguiremos tocando en los próximos artículos.