En los últimos tres meses el peso recuperó en forma importante su valor respecto al dólar; después de una devaluación de 25% de enero a marzo, la depreciación hoy es más o menos 7%.
Los inversionistas preguntan por qué esta fortaleza si la economía mexicana sufrirá el peor periodo en 80 años; como saben, este año el producto interno bruto caerá cerca de 9%, y la expectativa de rebote para 2021 —de acuerdo a estimaciones del Banco de México— será de 3.3% y de 2.6% para 2022. Esta perspectiva no es buena porque tardaremos cuatro años en recuperarnos de la contracción de 2019 y 2020; la pregunta es por qué con tan malos datos el peso gana valor frente al dólar.
Las dos causas fundamentales que explican el valor de nuestra moneda son: en lo externo, la debilidad o fortaleza del dólar, y en lo interno, el equilibrio o desequilibrio de las finanzas públicas. Desde principios de mayo el dólar se debilitó respecto al resto de las monedas del mundo, por ejemplo, contra el euro se ha devaluado alrededor de 7%, y 18% contra el peso; los motivos son la baja tasa de interés puesta por la Reserva Federal y la enorme emisión de dólares que hizo, ambas medidas para apoyar la actividad económica; amén de una perspectiva donde las tasas en nivel cero pueden permanecer un par de años más y tal vez mantenga vigente la expansión monetaria al menos otros seis meses.
En los factores internos está el que México, aún este año de enorme crisis, podrá mantener finanzas públicas equilibradas, es decir, los ingresos del gobierno serán suficientes para financiar el gasto de inversión, el de programas sociales y el corriente, sin recurrir a endeudamiento adicional; la deuda del gobierno federal como porcentaje del PIB este año crecerá, no por nuevos endeudamientos, sino porque al contraerse 9% la economía y dividirla entre la misma deuda el resultado es un incremento.
Este año México no tiene déficits que financiar, lo que ayuda al equilibrio fiscal,y no tiene déficits fundamentalmente porque las exportaciones serán mayores que las importaciones, generando un superávit; esto es anormal y provocado por la fuerte caída de las importaciones de maquinaria y equipo, así como de bienes intermedios debido a que tanto inversión privada como pública son muy pequeñas.
Tenemos equilibrio fiscal porque el país no está invirtiendo, no crece, no genera empleo suficiente, no hay muchas nuevas empresas en puerta y las existentes no se expanden por la mala perspectiva, o sea, el equilibrio no es tan bueno al final porque la economía está estancada.
En resumen tenemos un peso fortalecido frente al dólar, pero una economía que no genera oportunidades ni riqueza; México debe crecer y los déficit que ocurran se compensarán con ingresos al fisco generados por el crecimiento, más empleos, más negocios, más impuestos.
Para lograrlo se necesitan políticas públicas para fomentar la inversión privada, reorientar la pública a proyectos de infraestructura de alto impacto y olvidar la inversión no urgente.
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