Raúl Rocha Cantú, empresario mexicano y hasta hoy presidente de la Organización Miss Universo, expuso en un comunicado las razones oficiales por las que se anunció el retiro de las operaciones administrativas de la Ciudad de México para regresarlas a Nueva York. Y no, ninguna de ellas hace referencia a los procesos, investigaciones o señalamientos legales que involucran a su presidente, a menos que queramos creer que todo ello es únicamente consecuencia de la llamada “incertidumbre jurídica” de México. En el documento —que no solo firma, sino que encabeza con la frase “El presidente de la Organización Miss Universo informa”— se afirma que la decisión se tomó “después de una exhaustiva evaluación sobre las condiciones actuales del país”.
Exhausta me siento yo de tratar de averiguar en qué pirueta narrativa vamos para explicar por qué se tiene que regresar el negocio a su cuna, Nueva York. Sobre todo cuando en el mismo comunicado se nos dice que “México ha perdido la oportunidad de considerarse como un centro estratégico dentro de una de las organizaciones globales más reconocidas del mundo”. No lo sé. De todas las oportunidades que este país ha perdido dentro del comercio internacional por temas reales y documentados de incertidumbre jurídica, esta no parece ser precisamente la que nos va a romper.
Otro de los motivos que se citan para justificar el retiro son los “ataques infundados” y las “motivaciones políticas”. Sin embargo, basta revisar las actuaciones judiciales en curso y la documentación pública existente para entender que aquí hay un problema mucho más grande y complejo que cualquier opinión sobre una corona y quien la porta. Para ser un certamen de belleza, hay demasiadas cosas más allá de horribles escondiéndose —y muy mal— detrás de un escándalo que empezó pareciendo solo eso: un conflicto de certamen. Francamente cuesta trabajo entender cómo alguien con señalamientos e investigaciones de tal calibre, tanto en el ámbito político como en el empresarial, decidió plantarse en un reflector mundial de esta magnitud. ¿Qué podría salir mal?
Aunque duele por las personas que perderán su trabajo en México, esto parecía inevitable de una u otra forma. Lo que muchos no vimos venir es que se nos presentaría un comunicado que podría encajar, sin exagerar, en la definición de gaslighting institucional: culpar a todas las fallas sistémicas de un país sin entrar en los detalles particulares de quien no solo es un participante claro en ese contexto, sino que tampoco reconoce un ápice de responsabilidad individual. “Es tu culpa, México. Te lo pierdes. Nos volvemos a Nueva York”.
Hay algo que el comunicado parece querer borrar deliberadamente: las instituciones no delinquen por voluntad propia, eso - cuando ocurre- lo hacen las personas que las dirigen.
Los países no tienen expedientes abiertos ni carpetas de investigación; los individuos que encabezan organizaciones y toman decisiones, sí. Confundir ambos planos —el institucional y el personal— no es un error de comunicación, es una estrategia.
La realidad es que, con todos los problemas que puede tener desde su propio concepto el certamen y el negocio de Miss Universo, hoy estamos viendo cómo se utiliza el lenguaje de la institucionalidad como cobija para esquivar preguntas básicas —o al menos intentarlo—. ¿Qué tanto tienen que ver las investigaciones criminales en curso con esta decisión? ¿Por qué no se mencionan en el comunicado? ¿Qué amenazas reales ha enfrentado la organización como tal, y cuáles corresponden exclusivamente a los particulares y a sus otros negocios?
Miss Universo siempre ha levantado pasiones y polémicas. Pero esto ya no tiene nada que ver con la belleza ni con las intenciones declaradas de la ganadora de “hacer el bien” con su corona. Lo que ese comunicado intenta hacerle creer a México como país es que todo lo que hoy resulta incómodo es culpa de quien se atreve a señalarlo. Y eso ya no es entretenimiento, ni espectáculo, ni glamour. Es un ejemplo claro del cinismo con el que tantas veces se nos ha exigido que no veamos lo que tenemos directamente frente a los ojos.