El tercer político con más peso en Estados Unidos está en contra del aborto, el matrimonio entre personas del mismo sexo y es un fiel escudero del ex mandatario Donald Trump: en 2020 fue una figura clave en los esfuerzos trumpistas de desacreditar la elección presidencial. El republicano ultraderechista Mike Johnson es, desde el miércoles 25, el presidente de la Cámara de Representantes de ese país.
En Argentina, la candidata presidencial de la “derecha moderada”, Patricia Bullrich, anunció su apoyo en la segunda vuelta electoral al candidato de la ultraderecha, Javier Milei, quien propone casi extinguir al Estado, dolarizar la economía, permitir la venta de órganos y la portación de armas. Milei quedó en segundo lugar en la primera vuelta (29.98 por ciento de los votos), detrás del candidato oficialista Sergio Massa (36.68 por ciento). Bullrich quedó en tercero (23.83 por ciento) y, aunque ya miembros de la coalición que encabeza se han deslindado de su apoyo a Milei, sus seguidores podrían darle el triunfo al ultraderechista.
El primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, envió ayer jueves tanques al interior de Gaza, en Palestina, donde de acuerdo con cifras oficiales del gobierno palestino han muerto al menos 6 mil 747 personas, de las cuales 2 mil 655 eran niños (mil 400 personas murieron el 7 de octubre en Israel por los ataques de Hamás). El ala de ultraderecha del gobierno de Israel insiste en hacer una invasión del territorio palestino y Netanyahu ya afirmó que esto ocurrirá en algún momento, mientras la crisis humanitaria por la falta de agua, alimento, combustible y medicinas crece para los palestinos.
En su libro Responsabilidad y juicio, Hannah Arendt señaló: “Cualquiera que fuera la fuente del conocimiento moral –los mandamientos divinos o la razón moral–, se suponía que todo hombre cuerdo llevaba en su interior una voz que le decía lo que estaba bien y lo que estaba mal, y esto independientemente de la ley del país y de las voces de sus semejantes”. Ante esta pequeña muestra de lo que ha sucedido esta semana, donde los líderes antiderechos, violentos y que buscan eliminar el poco acuerdo social y la paz que aún nos queda están saliendo triunfadores, los cuerdos parecen ser cada vez menos.
El que la cámara baja del Poder Legislativo del (aún) país más poderoso del mundo tenga a alguien como Johnson al frente, o que uno de los pilares culturales y políticos de Sudamérica piense en tener a un tipo como Milei como presidente, no debería ser normal. Tampoco el que se cometan crímenes de guerra ante los ojos de toda la comunidad internacional en pleno 2023.
La historia nos ha mostrado, en múltiples y claras ocasiones, que la ultraderecha (bajo el nombre con el que decida arroparse, desde anarcocapitalismo hasta “liberalismo”) no es un juego ni una opción. No hablo del nazismo o el fascismo del siglo XX, sino a lo que ha implicado tener desde Donald Trump en Estados Unidos hasta Jair Bolsonaro en Brasil, y desde Giorgia Meloni en Italia hasta el Yunque, Eduardo Verástegui y Humanismo Mexicano en nuestro país.
Ante la falta de cordura en el mundo, hoy vale la pena recordar a Octavio Paz: “No pasarán. Amigos, camaradas, que no roce la muerte en otros labios, que otros árboles dulces no se sequen, que otros tiernos latidos no se apaguen, que no pasen, hermanos”.