México festeja sus navidades este año con la gran noticia de que 18 millones de mexicanos ascendieron a la clase media durante los últimos 6 años, según cifras del Banco Mundial. El 13 por ciento de la población mexicana durante estos años ha aumentado su ingreso, para superar los 340 pesos diarios aproximadamente, es decir, 20 por ciento arriba del salario mínimo. Ya sabíamos que 13.4 millones habían salido de la pobreza también, en su definición ampliada, y que seguimos manteniendo el pleno empleo, equivalente a tan solo el 2.6 por ciento de la Población que busca y no encuentra trabajo, conocido como “desempleo friccional”
Este fenómeno se da en un ambiente no muy diferente de crecimiento económico promedio de los últimos 60 años, aunque nunca habíamos tenido pleno empleo ni una clase media tan amplia.
Se trata, pues, de un nuevo paradigma, que reta la sabiduría convencional de que sin crecimiento no puede haber una mejora en la distribución del ingreso.
Y es aquí donde la frase de la presidenta de “Bienestar Compartido” adquiere más sentido, porque los estratos de mayores ingresos no los disminuyeron para dárselos a los de menores ingresos. Simplemente los de menores ingresos crecieron más en su percepción económica que los de mayores ingresos. Es decir, el poco crecimiento del pastel se distribuyó de manera más equitativa.
La fórmula estratégica es: del gasto no programable se dedica el 30 por ciento a transferencias sociales que significan el 3 por ciento del PIB, equivalentes a aumento en el ingreso de los 5 segmentos de deciles más pobres, de un 20 por ciento mensual, mismo que se ha ido a incrementar el consumo por la baja propensidad al ahorro en este sector poblacional, que a su vez estimula la demanda interna por bienes de consumo, con su correspondiente aumento en la producción y el empleo. Un impulso similar se logró con el aumento en el salario mínimo. Y un ambiente de pleno empleo en el sentido de que todas las personas que quieren trabajar remuneradamente, a un salario esperado, lo logran pero las que no, se retiran de la fuerza laboral su “salario sombra” equivalente a las transferencias gubernamentales. Este fenómeno se observa recientemente, donde se retiraron del empleo principalmente las amas de casa, al no encontrar empleo bajo las condiciones que buscaban.
Nuestra economía es pues, una economía generosa, donde el gobierno compensa el ingreso de las familias que más lo necesitan, que a su vez estimula la economía.
Esto no quiere decir que es un estado ideal, ya que la productividad de la mano de obra es aún muy baja. Necesitamos crecer, por supuesto, estimulando la inversión, pero con equidad. Ya aprendimos a hacerlo.
Así que, ¡feliz navidad!