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Bukele se pone con Sansón a las patadas

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El presidente salvadoreño, Nayib Bukele, es quizá el mandatario de la región que mejor muestra los Estados unipersonales de este siglo: una mezcla de juventud, desparpajo y redes sociales, con el viejo toque del populismo y el autoritarismo. Es uno de los mandatarios con mayor aprobación del mundo y su partido acaba de arrasar en las elecciones intermedias de este año. Sin embargo, su gobierno está entrando en un lugar muy peligroso.

La fachada de Bukele es la de un millennial que usa gorra para atrás, pone en su bio de Twitter lo mismo “dictador” que “CEO de El Salvador”, y hace del bitcóin una moneda oficial. El fondo es similar al de cualquier autócrata: una retórica de ellos (“los de antes”) contra nosotros (“el pueblo”), la cooptación de los poderes del Estado y ataques a la prensa, la sociedad civil, la academia y cualquiera que le diga que no.

Pero en un momento donde este tipo de gobiernos empiezan a crecer —o se afianzan— en el subcontinente sin mucha más presión internacional que desplegados o avisos, Bukele se metió en un problema serio: se enemistó con Estados Unidos.

El conflicto viene de meses atrás y en abril quedó más claro tras el desplante del salvadoreño a enviados especiales del presidente estadunidense Joe Biden. Pero esta semana estalló.

Martha Carolina Recinos, su jefa de Gabinete, ya tenía prohibida la entrada a Estados Unidos por estar en la lista negra de funcionarios públicos corruptos publicada por el Departamento de Estado. Pero ahora está acusada de participar en un esquema de corrupción “multimillonario en múltiples ministerios”.

Un día antes, el Departamento del Tesoro acusó de corrupción a Osiris Luna Meza, viceministro de Justicia y director de cárceles, y a Carlos Amílcar Marroquín, director de Reconstrucción del Tejido Social de la Presidencia. Señala que participaron en negociaciones encubiertas con líderes de las maras MS-13 y Barrio 18, lo cual ya había sido publicado por el sitio El Faro desde agosto.

El periodista Carlos Martínez señaló en ese entonces en Post Opinión: “Nunca un gobernante ha tenido en sus manos condiciones tan favorables para formalizar las negociaciones con las pandillas y llevarlas al plano de lo público como Bukele ahora. Tiene incluso la ventaja de que sus opositores no tienen la reserva moral para cuestionar un proceso así”.

Bukele decidió negar esas negociaciones que hoy le estallan en la cara, junto con su relación con la potencia, y puso en Twitter: “Está claro que el gobierno de Estados Unidos no acepta colaboración, amistad o alianza. Es sometimiento absoluto o nada. Se ven hasta absurdas esas acusaciones diarias. No sabía que les interesara tanto El Salvador. Tal vez lo que les interesa, es detener el ‘mal ejemplo’”.

Es muy probable que Estados Unidos no quiera ese “mal ejemplo” y que pase en El Salvador lo que ya viven con Cuba, Venezuela y Nicaragua: un autócrata que no está bajo su control.

El bloqueo financiero y mercantil que Estados Unidos sostiene contra estos países solo ha servido para empobrecer a su población, pero poco ha hecho para sacar a sus gobernantes, quienes solo han recrudecido la represión. El Salvador no es una dictadura, pero el camino que Bukele está siguiendo ya ha sido andado antes. Habrá que poner mucha atención a lo que haga ahora el autonombrado “presidente más cool del mundo” ante el embate estadunidense.


Mael Vallejo

@maelvallejo

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Mael Vallejo
  • Mael Vallejo
  • Mael Vallejo es periodista. Director de estrategia digital de N+. Su columna se publica cada 15 días (viernes).
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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