Todavía se recuerdan aquellos años en que muchas familias esperaban con ansias la llegada del Buen Fin, ya que confiaban en las ofertas que presentarían los grandes centros comerciales y así poder adquirir desde esas pantallas planas de arriba de 60 pulgadas o bien los electrodomésticos que tanto hacían falta en las casas y hasta los regalos para la Navidad y algunas prendas de vestir para el invierno, sin olvidar el calzado y hasta equipos de telefonía celular.
Se vienen a la memoria las escenas de las afueras de los centros comerciales, de los malls y hasta de pequeños y medianos comercios, los cuales anunciaban con bombos y platillos sus descuentos de hasta el 60 por ciento o más, los cuales hacían atractivos sus precios para invitar a los laguneros a realizar sus compras.
También había negocios que hicieron en su momento trampa, ya que con anticipación aumentaron los valores de muchos productos, para llegando el Buen Fin volverlos a bajar y quedar como estaban, pero con la ventaja de que hacían creer al consumidor que realmente estaban dando descuentos de locura.
En aquellos años a las 12 de la noche del día en que iniciaba el Buen Fin, afuera de esos supermercados estaban los potenciales clientes haciendo fila, esperando para entrar en busca principalmente de los televisores del momento.
Se sentían los consumidores como si estuvieran en Estados Unidos con el Black Friday o también conocido como Viernes Negro, en que muchos comercios realmente bajan sus productos hasta un 80 por ciento, por lo cual hace atractivo ir a comprar y aprovechar esas ofertas.
Y es que familias norteamericanas, de México y no se diga revendedores, aprovechan esas ofertas del Viernes Negro y hace buen negocio.
Pero en nuestro México lindo y querido, apenas bajan unos cuantos pesos y los centros comerciales sienten que están cumpliendo.
Ya no fue lo mismo, en muchos negocios parecía que los días del Buen Fin eran de venta normales, pero en algunos otros, se observó más movimiento que de costumbre.
Y es que ahora son tantos comercios chicos y grandes que hay repartidos en los tres municipios conurbados, que realmente los laguneros se dispersaron y algunos aprovecharon para adquirir hasta lo que van a cenar y tomar en Navidad y Año Nuevo.
Walter.juarez@milenio.com