Durante mi estancia en Singularity University conocí a Amin Toufani, un economista extraordinario que nos presentó su enfoque de Exonomics y la idea de una “divergencia de especies” derivada del desarrollo exponencial de la IA y de las tecnologías convergentes (biotecnología, nanotecnología, blockchain, etc.).
El Maestro Toufani plantea que este crecimiento exponencial generaría una separación profunda entre quienes logren adaptarse y potenciarse con estas herramientas, y quienes no.
No hablamos de especies biológicas nuevas, sino de una brecha civilizatoria y socioeconómica que puede sentirse como si viviéramos en dos humanidades distintas.
Hoy ya existe un desfase claro entre individuos, empresas y países que saben usar IA avanzada y los que no.
Los trabajadores que integran IA en su productividad duplican o triplican su eficiencia respecto a los que siguen métodos tradicionales.
Empresas que adoptan IA de inicio,generan márgenes mucho más altos que las que apenas empiezan.
Países con infraestructura digital y educación avanzada (EE. UU., China, Corea, parte de Europa) ya amplían su distancia con países con menos acceso tecnológico.
Todavía la mayoría de los humanos no delega decisiones críticas a la IA, pero eso empieza a ocurrir en medicina, finanzas, logística y creatividad.
Si se mantienen las tendencias actuales de crecimiento, vamos a ver cómo la IA será capaz de realizar no solo tareas intelectuales rutinarias, sino de proponer estrategias, resolver problemas complejos y crear soluciones innovadoras.
Esto dará lugar a una “clase aumentada” de humanos que conviven simbióticamente con la IA.
De manera incipiente hacia 2030 veremos personas con acceso a IA avanzada, con interfaces cerebro-computadora, educación personalizada y sistemas de salud potenciados por IA.
Ellos experimentarán un salto cognitivo y de calidad de vida.
Quienes no tengan acceso o habilidades para aprovechar la IA, quedarán excluidos de las principales oportunidades laborales, económicas y sociales.
La divergencia no será total, pero la percepción de diferencia en capacidades y oportunidades será tan amplia que parecerá un quiebre entre dos especies sociales.
Ricos màs ricos y pobres màs pobres.
Para 2030, probablemente estemos en la fase en la que esta diferencia ya es tan marcada que tendrá implicaciones en política, gobernanza y cohesión social global.