El panorama para la disponibilidad de agua en el norte de México en los próximos 25 años es sumamente crítico y preocupante, con tendencias de agravamiento debido a factores climáticos, demográficos y de gestión.
Diversas proyecciones científicas y de organismos oficiales anticipan que varias regiones del norte de México seguirán viendo una disminución en la disponibilidad de agua per cápita.
El calentamiento global y la reducción de lluvias, especialmente por la influencia de fenómenos climáticos extremos, han agravado la sequía en estados como Chihuahua, Sonora, Sinaloa, Durango, Coahuila, Nuevo León, y Tamaulipas.
Se espera que para 2050 la presión sobre los recursos hídricos aumente significativamente por el crecimiento poblacional y la mayor demanda agrícola, industrial y urbana.
El cambio climático ya está afectando los patrones de precipitación y aumentando las temperaturas medias en la región, lo que reduce el escurrimiento y la recarga de acuíferos.
Los principales cuerpos de agua (presas y ríos) presentan niveles históricamente bajos, mientras que la gestión deficiente del recurso ha exacerbado el problema.
Para 2030, se proyecta que la disponibilidad en México baje incluso por debajo de los 3,000 m 3 por habitante al año, y para el norte del país el panorama es más severo.
La sequía persistente afecta gravemente la agricultura y la ganadería en el norte, y amenaza el abastecimiento de agua para las ciudades.
El dilema entre destinar el recurso hídrico para el consumo urbano o el campo, o la industria, será cada vez más frecuente.
Se requieren nuevos modelos de gestión y políticas de adaptación para afrontar la crisis; estos incluyen el uso eficiente del agua, la recarga artificial de acuíferos, el tratamiento y sobre todo el reuso del agua.
La planeación hidráulica deberá considerar escenarios climáticos y poblacionales realistas, especialmente en el norte de México, una de las zonas más vulnerables.
La tecnología actual nos da la oportunidad de generar alternativas para un mejor uso racional del agua, especialmente el aprovechamiento integral de aguas residuales, área en donde estamos muy por detrás de países industrializados.
Utilizando herramientas de Inteligencia Artificial, podemos crear modelos de optimización del uso del agua incluso, con métodos muy sencillos de acopio y almacenamiento de agua de lluvia.