La semana pasada 1039 empleados (y se siguen sumando), de la organización Empleados de Amazon por la Justicia Climática, firmaron una carta abierta para manifestar su rechazo a lo que describen como un despliegue acelerado de la IA dentro de la compañía.
En este documento, advierten de los riesgos que este enfoque podría implicar, desde amenazas al empleo y a los derechos laborales, hasta impactos negativos en la democracia, el medio ambiente, y la equidad social.
Esta acciòn es un parteaguas de mucha profundidad, por un lado, Amazon anuncia inversiones de miles de millones de dólares en centros de datos e infraestructura para IA, y simultáneamente esta iniciando un programa de recortes masivos de personal, aduciendo precisamente los beneficios de optimización de recursos gracias a la automatización impulsada por la IA.
Para muchos empleados, esta carta representa un grito de alarma frente a un modelo corporativo que prioriza la innovación, el crecimiento tecnológico, y las ganancias, sobre la estabilidad laboral, la ética y la sostenibilidad.
El análisis de esta acción trasciende los límites de una disputa laboral en una sola empresa.
Pone en evidencia el enorme consumo de energía que los grandes Data Center requieren para operar eficientemente, y que no se habla abiertamente del daño al medio ambiente que esto genera.
Señala claramente la ambigüedad de los muy prometidos beneficios generados por el uso intensivo de IA, y la contundente realidad, en el sentido de que esto representa un peligro enorme de generar desempleo.
Este episodio marca un antes y un después en la relación entre todas las grandes tecnológicas y su planta laboral.
El que los propios ingenieros, trabajadores administrativos y operativos se unan en una protesta común, pone en evidencia que este no es un problema técnico, es un problema estructural, social, ético.
En una industria que aspira a moldear el futuro, la voz de quienes construyen y mantienen las herramientas debe ser escuchada con mucha seriedad.
Si Amazon responde con transparencia, regulaciones internas, participación real de empleados en decisiones clave y un fuerte compromiso ambiental, esta carta podrá convertirse en un punto de inflexión para un uso más justo de la IA.
Para que la IA se convierta en sinónimo de progreso y bienestar, su desempeño tendrá que ser medido no solo en beneficios económicos o eficiencia, sino en justicia, sostenibilidad y dignidad, para toda la humanidad.
