Siempre pasa cuando sucede, mis tres ávidos y entusiastas lectores, y me queda claro que esta no será la última vez que suceda. De hecho, no sé que me resulta más patético ahora mismo: si la necesidad del aficionado promedio mexicano de verse reflejado en el triunfo ajeno de algún deportista, o de la prolongada lista de fracasos de cada una de las selecciones que participan en los mundiales de diversas categorías.
Y cada vez que esto pasa siempre es lo mismo: a los aficionados los tienen encabronados por los resultados, mientras que, a nosotros periodistas, especialistas en futbol y columnistas, nos tienen hechos unos pendejos intentando descifrar quien es el responsable de cada tropiezo que viene con cada ciclo de mundiales.
Que si los culpables son los propietarios porque no tienen la capacidad de planificar; que si son los directivos por permitir que los extranjeros vengan a nuestro país a tomar plazas que por derecho les corresponde a los mexicanos; que si son los entrenadores que no les dan salida a los prospectos jóvenes y que si son los jugadores los responsables por malditos comodinos y que no tienen interés en superarse porque ganan muy buen dinero.
Teorías vienen, hipótesis van, pero me queda claro que la mayoría de los dueños de la pelota solo tienen que esperar un tiempo a que las aguas se calmen, después apostar al olvido y finalmente entusiasmar de nuevo a los aficionados, que, como borregos al matadero, van sin contemplaciones a consumir un producto que nunca en la historia ha rendido frutos.
No entiendo como todo mundo se sigue cuestionando el porqué a los directivos no les importa el aspecto deportivo, sino solo el económico. Tampoco entiendo el porqué pocos comprenden que a muchos de los jugadores nacionales solo les interesa la fama y el dinero obtenidos sin esfuerzo y mucho menos entiendo el porqué la gente sigue consumiendo un producto que no les genera ninguna satisfacción.
¿Quieren ver un cambio radical en el comportamiento de todos los que viven de este deporte? La respuesta es muy sencilla: dejen de consumir los productos que los dueños ofrecen: no más playeritas alusivas, no más promocionales, no más boletos para asistir a los estadios, no más sentarse un par de horas a ver por televisión juegos infumables en donde los que deben brindar un espectáculo no se preocupan por ser verdaderos profesionales.
En el momento que ustedes, los aficionados, despierten y les peguen a los propietarios en donde más les duele, que es el dinero, créanme que por arte de magia se abrirán a otra mentalidad y veremos las cosas mejorar. En lugar de lamentar y buscar culpables.
Twitter: @AzconaMilenio