La crítica sigue siendo sin duda el camino más seguro y legítimo para alcanzar los objetivos de las humanidades. Sin embargo, está claro que dedicarse solo al desmontaje de los mitos y las creencias anteriores a la Ilustración no es suficiente para construir una nueva conciencia. Por estas razones, irónicamente Bruno Latour afirma que a la crítica se le ha agotado el vapor.
Respecto a la teoría de la arquitectura, Manfredo Tafuri también ha señalado la misma situación, en su libro La esfera y el laberinto escribe: “El acto crítico consistirá en la recomposición de los fragmentos una vez que estos sean historizados: en su remontaje”. Con ello, se suma a una corriente que sugiere que hoy día la mejor forma de ser moderno es reconsiderar críticamente el pasado.
La ilustración glorificó los hechos y exigió a todo razonamiento ser objetivo y fundamentado en lo demostrable científicamente. Para el ilustrado el objeto es equivalente a lo real, mientras que las “cosas” son los objetos interpretados según cuestiones de interés.

A todo ello, Latour añade, (traducido del original): “La mente crítica, si es que habrá de renovarse y recuperar nuevamente su relevancia, debe centrarse en adoptar una actitud ‘tozudamente realista’, pero con respecto a lo que llamaré ‘asuntos de interés’, no con los hechos mismos.” En épocas de la posverdad: “Los hechos no definen a la realidad… los hechos son perspectivas parciales, son polémicos y se constituyen como la politización de los ‘asuntos de interés’ y por lo tanto, están subordinados al estado de las cosas”.
No cabe duda de que hoy más que nunca quienes nos dedicamos a la investigación observamos los hechos con un punto de vista interesado, el cual deberá expresarse claramente en las interpretaciones que hacemos de ellos.
Tangente
Bruno Latour escribió un ensayo titulado “Se le ha agotado el vapor a la crítica”. En él argumenta que ya no basta con desmontar y ‘deconstruir’ los conceptos de las ciencias sociales sino además hay que hacer un “remontaje posterior”.