Política

La 'creación' de Diego Rivera en San Ildefonso

Estuve con mis hermanas de letras Mónica Castellanos y Tamara Trottner en el Antiguo Colegio de San Ildefonso en el Centro Histórico de Ciudad de México. Nos hacía ilusión visitar la exposición de Rosario Castellanos y caímos conquistadas por cada rincón del recinto. El edificio fue construido en 1583 por un mandato de los jesuitas con el afán de fundar un colegio. En 1767 la orden fue expulsada de México —y de Portugal, Francia y España— por el rey Carlos III, quien se sintió amenazado por el poder de la Compañía de Jesús. En el mismo siglo XVIII fue reconstruido al estilo barroco y tuvo varios usos: cuartel militar y más tarde sede de la Escuela de Jurisprudencia y Medicina. En 1867 el edificio pasó a la Escuela Nacional Preparatoria y se convirtió en la cuna del muralismo mexicano: sus paredes albergan obras de Rivera, Orozco, Siqueiros, Leal, Charlot y Revueltas. En 1992 fue restaurado por el arquitecto Ricardo Legorreta para acoger la exposición México: Esplendores de 30 siglos y a partir de ahí ha sido museo y centro de exposiciones. Lo administran colectivamente la UNAM, la Secretaría de Cultura y el Gobierno de la Ciudad de México.

En el Anfiteatro Simón Bolívar se expone La creación de Diego Rivera, un mural realizado en 1922. En la parte superior hay una bóveda azul y estrellada donde tres manos indican tres direcciones: izquierda, centro y derecha. Flanqueando la bóveda y flotando sobre unas nubes están la ciencia y la sabiduría modeladas por Palma Guillén y Luz Jiménez (traductora del náhuatl). 

En el centro —y con los brazos abiertos en cruz— se representa el mismo Rivera. Su posición recuerda al Hombre de Vitruvio de Leonardo Da Vinci y también su significado. Él simboliza el origen de la vida rodeado de la exuberante flora y fauna del Istmo de Tehuantepec. Hay una mujer y un hombre desnudos y sentados a cada lado de la composición central, los modelos fueron Amado de la Cueva —ayudante de Rivera— y Lupe Marín —quien fue su esposa.

Del lado izquierdo están personificadas la música, el canto —de nuevo, Lupe Marín—, la comedia —Guadalupe Rivas Cacho— y la danza. También están caracterizadas las tres virtudes teologales: fe, esperanza y caridad con el rostro de Luz Jiménez. 

Al lado derecho están la fábula, el conocimiento, la poesía erótica, la tradición y la tragedia. La poesía es personificada por Carmen Mondragón —Nahui Ollin— y la tradición por Luz Jiménez —la mujer indígena que viste un rebozo rojo—. De pie y con halos de oro están las cuatro virtudes cardinales: la prudencia, la fortaleza, la justicia y la templanza. Para ellas utilizó los rostros de Julieta Crespo de la Serna, Dolores del Río y Lupe Marín. 

Con el mural, Rivera se cuestiona el origen, el conocimiento, las artes y la identidad mexicana buscando la armonía entre el arte y la ciencia. Agradezco a Jazmín Flores por su amplio conocimiento del recinto, su charla y disposición para contestar todas nuestras preguntas.


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Ligia Urroz
  • Ligia Urroz
  • Nicaragüense-mexicana de naturaleza volcánica. Transita entre la escritura, la música y el vino. Sommelier de vida. Publica su columna Desde el volcán los viernes cada 15 días en la sección M2.
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