Política

Los que amamos a los perros

No sé si usted, querido lector, tenga entre su familia a un perro (o a varios) porque puedo decirle que la lealtad, el amor incondicional, la dicha de vernos cada día, los ojos llenos de agradecimiento, entre otras cosas, derriten hasta al más duro de los hombres. La literatura, la poesía, la pintura y la escultura han servido para homenajear a esos cuadrúpedos que nos roban algo más que el corazón. 

Él pone su mejilla contra la mía y emite pequeños sonidos expresivos.

Y cuando estoy despierta, o lo suficientemente despierta…

Se da la vuelta con sus cuatro patas en el aire y sus ojos oscuros y fervientes.

“Dime que me amas”, dice.

“Dímelo otra vez.”

¿Podría haber un arreglo más dulce? Una y otra vez él me pregunta.

Yo me lo digo.

Mary Oliver, Canciones de perros.

La literatura, la poesía y las artes en general, han rendido culto a esos amigos de cuatro patas que se alegran en extremo cada vez que nos ven. En la Odisea de Homero, Argos espera pacienzudo a su amo durante veinte años. Cuando lo mira aparecer —irreconocible, disfrazado de mendigo— le mueve la cola, baja sus orejitas y muere. No podía haber partido sin ese último adiós. Flush, de Virgina Woolf, relata a través de los sentidos del perro —y sobre todo de su olfato— los contrastes sociales y la hipocresía de la sociedad victoriana criticando los convencionalismos de la época. Flush es un cocker spaniel de la poeta Elizabeth Barrett y tiene el don de captar las emociones humanas. Niebla de Miguel de Unamuno cuenta con un personaje perruno llamado Orfeo. El can —símbolo de la lealtad y de la conexión emocional con su amo Augusto Pérez— lo apoya sin juzgar y puede sentir el dolor de su dueño. A través de Orfeo, el protagonista entiende la vida desde una perspectiva animal sin perderse en complejas ideas filosóficas. Toto, de la serie de libros El maravilloso mago de Oz de L. Frank Baum, es un perro negro de pelo largo y sedoso, con los ojos brillantes y una nariz diminuta. Su dueña es Dorothy y su amor por él la impulsará a escapar del tedio de Kansas. Existe una obra genial, El coloquio de los perros de Miguel de Cervantes, donde Cipión y Berganza dialogan satíricamente y reflexionan sobre la condición humana y la vida en España. Ambos perros están dotados de habla y al inicio del coloquio se sorprenden porque no solo hablan sino que lo hacen con discurso, capaces de razonar. Tampoco pueden perderse El sabueso de los Baskerville de Arthur Conan Doyle, La llamada de lo salvaje de Jack London y ¿Fue él? de Stefan Zweig.

En la pintura y en la escultura, Pablo Picasso rindió tributo a su perro Lump. El salchicha pelo corto vivió con Picasso por seis años y lo incluyó en 15 de las 58 pinturas en las que reinterpretó a Las meninas de Velázquez, sustituyendo al mastín de la pintura original por Lump. 

Si usted ya recibe el apoyo emocional y el amor de un perro, ya conoce el amor verdadero. Si no, dese la oportunidad y adopte. Yo escribo estas líneas con mi salchicha en el regazo.


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Ligia Urroz
  • Ligia Urroz
  • Nicaragüense-mexicana de naturaleza volcánica. Transita entre la escritura, la música y el vino. Sommelier de vida. Publica su columna Desde el volcán los viernes cada 15 días en la sección M2.
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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