Gil caminaba sobre la duela de cedro blanco con plena conciencia de que no estaba el horno para nuevos lloros, pero aún así contará la petite histoire: su médico le sugirió algunas vacunas preventivas, entre otras la de la Hepatitis B.
Después de la consulta, Gilga puso manos a la obra. Habló por teléfono a dos centros de vacunación; respuesta, no hay; marcó el número de dos farmacias de reconocido prestigio, San Pablo y del Ahorro; respuesta, no hay; pidió información en el hospital Ángeles Mocel y nada, cero vacuna; habló al ABC de Observatorio; no tenemos; en Los Ángeles Metropolitano un señor muy amable le dijo: “esa vacuna está en desabasto. Llame en dos o tres semanas”. Un amigo le dijo a Gil: como en la primera etapa de vacuna del covid, turismo médico al extranjero quienes puedan pagarlo, a los de menos recursos que se los lleven las enfermedades.
Desabasto. Repitamos: siete años de desabasto de medicinas, mil mentiras y una ineptitud originaria, retirar al IMSS de las compras de medicamentos y consolidarlas en la Secretaría de Hacienda. Ésta es sólo una de las necedades en las que se montó el ex presidente Liópez para acabar con la corrupción en la compra de medicinas. Anjá. ¿Se acuerdan de la farmaciota donde se encontrarían todos los medicamentos del mundo?
Si la lectora y el lector quieren enterarse de esta historia macabra en un informado y bien tramado ensayo sobre esta desventura sin consuelo, lean por piedad el ensayo de Octavio Gómez Dantés publicado en la revista Nexos que empezará a circular en estos días. Prepárense. Y hagan de los ojos lanternas, como diría el clásico.
Viajar al pasado
Gil hizo una pequeña maleta y viajó al pasado, al 17 de octubre de 2022. Ese día, una reportera de Proceso le preguntó el ex presidente Liópez por los nombramientos de Adán Augusto López al frente de la seguridad del estado de Tabasco, se refería a Hernández Requena, Castillo Ramírez y Leyva Ávalo, quienes de acuerdo con informes de Sedena formaban parte de un grupo criminal, un cártel.
Cuando la reportera la preguntó que podía decir al respecto, Liópez respondió: “(Puedo decir) muy poco la verdad. Primero, que Adán es un hombre honesto, lo conozco bien. Segundo, de que hay muchos ataques de la prensa conservadora, incluyendo a Proceso, en contra nuestra, y tercero que la gente nos tiene confianza y saben que nunca vamos a traicionarlos, que no se olviden los conservadores, además de lo que decía Juárez, que el triunfo de la reacción era moralmente imposible, que no se olviden de que nuestro criterio, nuestro ideal, es no mentir, no robar y no traicionar…y vámonos a desayunar… con ustedes no voy a poder porque es una prensa y medios de información que están dedicados por completo a atacar al gobierno”.
Y pasó el tiempo, y el jefe de seguridad de Adán Augusto López se dio a la fuga cuando se supo que encabezaba al cártel de La Barredora y utilizaba a la policía para robar gasolina y vigilar los trasiegos de la droga. Oh, sí. Y fue a dar a Paraguay.
Cuando le echaron el guante, se pensaba que la extradición tardaría meses, pero el gobierno paraguayo lo deportó y ahora la papa caliente está en el Altiplano. ¿Cómo la ven? Dicho esto sin afán de albur ni mucho menos. Así ha quedado demostrado el ideal de Liópez y de Morena: no robar, no mentir, no traicionar. Y todos contentos; por cierto, a Gamés le gusta Palenque.
Gaseosas edulcoradas
Las apariciones David Kershenovich, secretario de Salud, quedarán para la historia entre las más acertadas políticas públicas. Por qué esbozan esas sonrisas? La diatriba del refresco fue completísima. El refresco es muy malo, dijo el secretario, y México pierde miles y miles de millones en la diabetes. Estas cifras rebultadas deben ser ciertas, ni quien lo dude, y por eso los impuestos que le cargaron a las refresqueras, pero caramba ¿eso es lo que hará la secretaría de Salud, decirles a los niños que no tomen el “refrechco”, y vámonos a desayunar tamales de chipilín.
Mañana, Gilga se ocupará de otra de las apariciones fulgurantes de Kershenovich la de los videojuegos, culpables, como se ha demostrado, de la violencia. No se lo pierdan.
Todo es muy raro, caracho, como diría Julio César: “Amo la traición, pero odio al traidor”.
Gil s’en va