Qué recipiente puede contener todas las lágrimas? Para los porteños de Buenos Aires, Málaga, Cádiz, Pireo, Tampico… el mar es un amigo cercano, el encaje de su espuma disuelve el mal humor, el cabello mece su libertad con el viento y el rumor de su canto, se guarda para siempre en un caracol.
Afortunados, por su cercanía, vivimos estampas domingueras: las risas de un niño que no desea salir del agua, una mamá enseña a volar un papalote a su hijo, la arena acaricia y quema como un beso, hundes tus pies para sentir, gozar de su suavidad.
Mirando la inmensidad azul, pienso en Ramón López Velarde, a propósito del centenario de su muerte. Al parecer, no tuvo la fortuna de conocer el mar. La geografía que más vio, fue árida, de valles, montañas, polvo.
Su corta vida fue prolífica escrituralmente. Tenía un amor imposible, profundo a Fuensanta, Josefa de los Ríos, símbolo de un ideal, de la conciencia, de la castidad. En su libro “La Sangre Devota” en su segunda edición, aparece ya, el nombre de ella, dejando una pista para sus biógrafos. El poeta en su prólogo desea que sus versos puedan defenderse de la capa de polvo del tiempo. ¿Se ha cumplido su profecía?
En 1908 muere su padre, la nostalgia de lo irremediable, la falta de su voz, la ausencia lo llevan a la pluma, a la hoja que va a enjugar su tristeza. Así, el poema “Hermana hazme llorar” es como una súplica, un lamento, necesita vaciar su dolor.
¿Y dónde cabe esa angustia? Él pide anafóricamente, todas las lágrimas del mar. Agua sobre agua.
Fuensanta: / ¿tú conoces el mar? / Dicen que es menos grande y menos hondo / que el pesar. / Yo no sé ni por qué quiero llorar: / será tal vez por el pesar que escondo, / tal vez por mi infinita sed de amar. / Hermana: / dame todas las lágrimas del mar.
Retiene con sus versos un instante, no definitivo ni categórico, oscila como péndulo entre sus deseos no cumplidos. La obra lopezvelardeana es raíz literaria, en su espejo va lo cotidiano, lo íntimo, personal. Con ella, dice Octavio Paz, principia la poesía mexicana. Disfrute su domingo y, si va a la playa, recuerde a los poetas. Carpe diem. _