Estilo

Los marginados de la tierra

Escribir “Los Condenados” sería reproducir el extraordinario título de Frantz Fanon, el libro que leí siendo un adolescente y que me mostró el otro lado de la orilla: esos, “Los Olvidados”, si seguimos volviendo a los referentes y a Luis Buñuel. 

Sucede que no he tenido oportunidad de continuar trabajando la autobiografía que  sólo me tendrá a mí como lector. Es por eso que echo mano de cierta ficción porque (bien lo sabemos) ahí hay una mínima parte de las vivencias propias. 

Entonces no “Los Condenados” y sí “los marginados” porque, a través de los años, he desdeñado propositivamente lo que se relaciona al poder, sobre todo al político. Ambiciones pocas, nulas. Y me reconforta mucho, de lo contrario ya me habría abandonado aquello que los terapeutas clínicos clasifican como “la culpa”.  Sé de la existencia de lo enfermizo, lo que arrastran quienes anteponen sus intereses, bajo traición, engaño y la falta de ética. Ellos pueden hacer lo que sea y están más que tranquilos, nada los turba.

El peor de los sentimientos, de acuerdo al “Tratado de las pasiones”, es la envidia y la ruindad porque quien todo lo quiere nada lo obtiene. 

Vuelvo a la “bloqueada” autobiografía: comencé describiendo la calle en la que crecí. En voz de Gloria Lasso (versión romántica) “La calle donde tú vives”. En seguida argumenté que crecí al lado de un hombre extremadamente derrochador, mi padre. En la versión de mi abuela “un fanfarrón”. En atención al céntrico Sanborns de la Cdmx, ésa fue la principal razón de que Juan nunca construyó una casa de azulejos. Me digo de nueva cuenta: sólo a mí quizá me interesa: René Avilés Fabila se burlaba abiertamente de las autobiografías literarias, las que promovió Emmanuel Carballo porque argumentaba que nadie hablaría acercándose a la verdad.

Marginado y auto marginado, conceptos de voga en el quehacer cultural hace años. Una vez entendí que uno no debe enredarse en “eso” que se llama posteridad. Es difícil porque todos seremos olvidados alguna vez.

Asumirse marginado no implica mantener la creencia en la incomprensión. El aprendizaje de la autocrítica es vital, sólo que es poco frecuente adquirirla. Nunca somos lo que reflejamos al espejo. De ahí lo doloroso de la vida. 

Soy un marginado que no concluirá una autobiografía. Rectifico: sí, un apunte de vida que leeré para mí, así lo dije. Lo demás es silencio.

Juan Gerardo Sampedro

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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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