Estilo

Erróneas variantes del amor

Es a Marcela Lagarde a quien se le atribuye el concepto de “feminicidio”, un detonante fenómeno que comenzó hace años en el norte del país y que ha continuado extendiéndose como una mancha púrpura: la misteriosa e inimaginable muerte de mujeres en la total indefensión es algo que sigue preocupando y para lo que no se visualiza una probable solución.

En el México de los años 40 del siglo pasado, fue escándalo el descubrimiento de cinco cadáveres en el jardín de Goyo Cárdenas, en Tacuba. En una de sus brillantes crónicas advertía Carlos Monsivaís del uso indebido de los conceptos psicoanalíticos —de su vulgarización— y ponía el ejemplo de G. Cardenas. En ese momento aún no se hablaba de asesinos en serie, pero sí de “complejos edípicos” y cosas por el estilo. Luego llegó el Pelón Sobrera de la Flor, protegido por su propia madre al encubrirle sus fechorías. Adentrándose en el tema, los verdaderos estudiosos advirtieron que había un radio de acción y un perfil elegido por ellos y que probablemente un factor sexual se asociaba a la búsqueda de sus víctimas. Nada más.

Se sabe que cuando Goyo Cárdenas abandonó la prisión en 1976, Mario Moya Palencia, secretario de Gobernación, pidió un aplauso para él en la Cámara de Diputados. Ahí se cayeron sus aspiraciones de suceder a Luis Echeverría Álvarez en la Presidencia de la República.

Estamos ante situaciones delicadas que duelen a una comunidad, que hieren sensibilidades. Y eso es poco.

Hace días se hicieron vírales en los medios impresos y páginas electrónicas algunas opiniones de Iván Ruiz en torno a la violencia. El ex director del Instituto de Investigaciones Estéticas de la UNAM dijo en una transmisión radiofónica que todo feminicidio tiene una carga pasional y es un acto de amor. Y lo sostuvo bajo argumentos endebles que llegan a la inverosimilitud. El rechazo y las protestas no se hicieron esperar.

Entre sus galimatías dejó claro que él no se ha declarado feminista y que el término “feminicidio” es banal, lo expresó.

No me ocuparía aquí de esto si no fuera por lo aberrante —e indignante— del asunto.

El feminicidio no debería de justificarse bajo el insostenible argumento de que es un acto de amor. En la seria bibliografía que busqué no hallé una sola mención parecida.

Es, en todo caso, un poderoso agravante del México contemporáneo. Eso sí.

Juan Gerardo Sampedro

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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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