Política

¿Cómo leer la política de nuestro tiempo? A propósito del triunfo de Javier Milei

  • Ekos
  • ¿Cómo leer la política de nuestro tiempo? A propósito del triunfo de Javier Milei
  • Javier García Bejos

Uno de los síntomas más preocupantes de los últimos años en el debate político tiene que ver, desde mi perspectiva, con la tendencia al atrincheramiento ideológico por parte de quienes se encargan de discutir, analizar e interpretar la realidad política. Es un fenómeno global que no solo ha contaminado la conversación en medios sino que se ha extendido también al quehacer académico y al virulento debate en redes sociales.

El domingo pasado, el candidato de La Libertad Avanza, un partido de ultraderecha, Javier Milei, ganó la segunda vuelta de las elecciones en Argentina con 56 % de los votos, muy por encima de su rival, el peronista Sergio Massa, que obtuvo el 44 %. El triunfo del estridente Milei ha desatado una serie variopinta de reacciones tanto a favor como en contra. La narrativa en torno al triunfo del libertario y al mismo tiempo conservador político argentino no ha variado mucho desde que se lanzó a la carrera para ser presidente de su país.

Creo que al respecto muy poco puedo abonar en mi oficio como analista, porque ya se han vertido hasta el hartazgo tanto argumentos a favor de él como en su contra. Algunos muy sólidos y otros no tanto. Dejaré para otros la biografía, semblanzas y premoniciones distópicas del ahora presidente electo de la Argentina, porque me gustaría hablar aquí de los errores, omisiones, exageraciones y ausencia de rigor en el análisis político de eso que se conoce como el círculo rojo.

Entiendo perfecto que personajes como Milei, Bolsonaro, Orbán, Erdoğan, Trump, Maduro, Ortega, Lasso, entre otros, provoquen que más de un analista, periodista o comentócrata levanten la ceja ante ciertas posturas, declaraciones y agenda que amenace al entramado institucional o a derechos civiles, y esto sin duda es alarmante y debe debatirse al respecto.

Lo que me preocupa a mí, es que las posturas radicales y extremistas así como la estridencia a caricaturización del oficio político, no viene solo de figuras que lo ejercen. Desafortunadamente esos malos hábitos se han trasladado también al ámbito del debate público en medios y academia, sobre todo en el espectro de la izquierda, cuya posición frente al ascenso de la ultraderecha ha sido lamentable, como bien lo señala la filósofa Wendy Brown, “La izquierda debe hacer algo más que reaccionar a lo que dice la derecha”.

Y es que en muchas ocasiones, la crítica que se hace a figuras de la ultraderecha, y también de la izquierda, radical o no, se hace desde una postura ideológica muchas veces inflexible y eso provoca confrontaciones estériles que a lo único que conducen es a más polarización y división social.

El periodismo, ya sea de izquierda o de derecha, le fallado mucho a la sociedad en los últimos años, a la par que lo ha hecho también la democracia y sus instituciones. No entender y no saber leer la naturaleza y consecuencias de esas deudas con la ciudadanía y cómo estas derivan en enojo, frustración y hartazgo que después sirven para darle vuelo a políticos y liderazgos radicales, de cualquier color e ideología, es una falta grave por parte de intelectuales, periodistas y academia.

La labor de quienes estamos de este lado es proporcionarle al ciudadano herramientas que le permitan formarse un juicio lo más objetivo posible al momento de elegir a sus representantes, y también al momento de analizar y reflexionar sobre la realidad que le rodea. Si nos quedamos atrapados en la línea discursiva de aquellas voces que lo único que buscan es dividir y polarizar, flaco favor le hacemos a la ciudadanía, a las instituciones y a los derechos civiles que supuestamente queremos defender.

Vivimos en una época de profundas transformaciones y cuestionamientos al sistema económico y político. Los equilibrios del mundo actual penden de un delicado y frágil hilo que no pocos están dispuestos a romper, incluso quiénes le apuestan a que esos equilibrios se mantengan.

Lo que sucedió en Argentina es solo un síntoma más de una nación cansada de un sistema que la ha llevado a un laberinto sin salida: Javier Milei ha sido para muchos argentinos la respuesta a esa situación desesperada. Si será la mejor o no, eso está por verse, pero hay algo fundamental aquí, el líder de La Libertad Avanza no la tiene nada sencilla y mucho de lo que ha propuesto probablemente no logre llevarlo a cabo. Así que quizá, habría que moderar las visiones apocalípticas sobre su triunfo, y sobre nuestra lectura de los tiempos políticos en los que vivimos.

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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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