La CNTE no goza de gran popularidad. Una parte debido a la campaña en su contra emprendida por ese estupendo administrador del tiempo libre conocido bajo el mote del Nuño Artillero —del que ya nadie se acuerda— empeñado en convertir a los maestros en obedientes minions; y la otra como consecuencia de la incapacidad de la coordinadora para reinventarse y armar otras formas de lucha combativa que no fuera a través de paros y marchas sacadas del siglo pasado.
Es por eso que llama la atención de que a pesar de haber obtenido buena parte de sus exigencias bajo la nueva administración pejista (o sea, deberían de saber los maestros que nunca jamás nada ni nadie puede ganarlo todo), aún así permanecen fieles a su viejo estilo de marchar, parar y bloquear, que es muy mal recibido por una ciudad como la de México, donde de por sí las personas viven bajo un caos muy fuerte asociado a la horrenda herencia de la dupla diabólica Mancera-Amieva (¿ameba?) y a la lentitud con la que está respondiendo doña Claudia Sheinbaum. O sea, ante la inseguridad y el desorden, todavía hay que aguantar los cierres de arterias fundamentales (por el ex DF casi todas lo son) que en su conjunto hacen lo que viene siendo un desmadre.
La CNTE tiene derecho a sus luchas y aspirar a normar bajo sus criterios la educación en México, así eso signifique regresar a la prehistoria. Sobre todo cuando plantean que quieren administrar no solo los recursos sino también las plazas (algo como para la sección, Así o más encajosos), y casi que quieren que también les tramiten unos días de vacaciones pagados en Eurodisney y una visita guiada por la casa de la Operación Berlín.
Sin embargo, no estaría mal que en ese esfuerzo digno, quizá, de mejores causas, detuviera por un momento su camino, para recuperar algo de rating perdido (además ya dijo Amlove que no les va a aplicar el método de mi licenciado Peña de la re-re-represión) en las tácticas de los encuerados de los 400 pueblos. Es decir, que en vez de interrumpir la circulación de autos y personas, respetan los semáforos: verde, saltan a la calle a bailar y criticar a Yunes, en chones; rojo, se regresan a la banqueta y dejan el paso a las personas. Así, sí gana la gente que hasta les aplaude.
Andar en chones, claro, es opcional.
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