Creo que todos sabemos más o menos el talante de lo que va a “informar” mañana Andrés Manuel López Obrador. En una repetición a gran escala de sus mañaneras, dedicará largas parrafadas a recordarnos lo mal que estábamos y a repetir su mantra de felicidad. ¡Estamos requetebién y somos felices! Erigido en árbitro moral del país, elogiará sus esfuerzos contra la corrupción, dirá sus “otros datos” en economía y fustigará a los escépticos como defensores del obsoleto y corrupto neoliberalismo.
Lo que yo me pregunto, y es en serio, es qué dirá en materia de seguridad.
Está claro que repetirá su historia del cochinero que dejaron los regímenes anteriores, desechará las cifras que hablan del terrible hecho de que estamos peor que antes, y nos cantará que están trabajando mucho; que todos los días se reúnen a las seis de la mañana para coordinarse en cuanto a las acciones que tomarán para llevarnos a la paz y la prosperidad.
Pero será difícil. Las matanzas recientes en Coatzacoalcos y Tapalcatepec no dibujan una realidad en la que la nueva Guardia Nacional juegue un papel protagónico. Trazan más bien el dibujo de una impunidad total, de autoridades municipales y estatales totalmente rebasadas (cuando no cómplices), de una ausencia efectiva de planes y capacidad de reacción y de una Federación atada de manos por las sensiblerías de un Presidente que quiere ver como “pueblo bueno” hasta a los narcos más feroces. Si a esto le sumamos la obediente entrega de las fuerzas castrenses, no nos queda más que preguntarnos, como decía un columnista y dijo desde hace años Roberto Gómez Bolaños: “Y ahora, ¿quién podrá defendernos?”
Otro opinador apuntó que el mandatario ha logrado muy bien vendernos intenciones, como si fuera un candidato, en vez de darnos resultados, como un Presidente. Pero con puras intenciones no tendremos nunca la seguridad prometida.Dice López Obrador que él es hombre de palabra. Me da gusto, pero me daría más gusto que fuera hombre de resultados corroborables, porque si nos va a salir como el programa “Jóvenes construyendo el futuro”, que resultó ser pura palabrería, entonces sí que ya nos cargó el payaso.
Y como ya dijo ayer Alfonso Romo, si no mejoran las condiciones de seguridad de nada sirve ningún plan económico, ni creyéndole a López Obrador que cero por ciento de crecimiento es alentador, el payaso no solo nos cargó, sino que nos robó hasta los calzones.