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Y que los chavos se van ALV (a la vacuna)

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  • Héctor Zamarrón

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Quizá sea el largo encierro, la falta de contacto social durante año y medio de pandemia, las ganas de volver a las universidades, los futuros interrumpidos, las tardes de cine, los bares con amigos, los partidos de futbol u otros deportes, la necesidad de salir a trabajar seguros. No sé qué los impulsó, pero fue un éxito la convocatoria entre los adultos jóvenes para acudir a vacunarse.

En la Ciudad de México el problema no fue convencerlos, como en Estados Unidos mediante una oferta de 100 dólares a quien aceptara la dosis como propuso Joe Biden, o por unos boletos para el beisbol o una dosis de mota, como pasó en California, sino que hubiera suficientes vacunas.

Acá no solo acudieron a la convocatoria sino que saturaron las sedes, se acabaron las vacunas planeadas y tuvo que echarse mano de las programadas para la siguiente semana.

En el Centro Médico Nacional 50 células de vacunación atendían a 2 mil 500 personas por hora, a un ritmo que permitirá vacunar, tan solo en ese punto, a cerca de 80 mil personas en cinco días.

Es un gusto verlos acudir, solos o acompañados, por su dosis de Sputnik o AstraZeneca, sin importar si esa noche les subirá la fiebre o sentirán el cuerpo cortado, pues ellos son quienes más reportan reacciones secundarias pasajeras ante la vacunación.

Tienen hasta su playlist para amenizar la espera, larga a comparación con otros grupos de edad a quienes en media hora, cuando más, ya estábamos vacunados.

Ellos disfrutaron la música. Bailando “Bichota” y “Tusa” de Karol G, “Optimista” de Caloncho, “Rebelde” de RBD, “Arréglame el alma” de Panteón Rococó o “Labios rotos” de Zoé y con el ritmo de Pandemio y Covidio, resultaron más comprometidos que sus hermanos mayores, la generación de los treinta y tantos, tan llena de antivacunas y escépticos.

A ellos no les frenaron las notas cotidianas contra la Estrategia Nacional de Vacunación, ni las noticias sobre los efectos secundarios, los escándalos o la manipulación política de quienes han hecho de la descalificación materia cotidiana.

Quizá sea una buena lección para quienes se la pasaron el inicio del año especulando sobre el ritmo de vacunación y haciendo cálculos de cómo al ritmo de enero inmunizar a toda la población demoraría una década.

O para los que se suman sin mirar al escándalo en turno, como la pretendida desaparición de vacunas, que resultó una historia sin fundamento pero que sirvió para que durante toda una semana machacar la vacunación.

Responsabilidad, solidaridad, empatía, solo pienso en esos verbos con sentido positivo cuando presencio ese entusiasmo o necesidad de estos adultos jóvenes por vacunarse cuanto antes.

Su decisión importa. Tendrá impactos positivos en el control de la pandemia. Ojalá y en quienes tienen voz y acceso a los medios en el espacio público se reprodujera ese entusiasmo, esa prisa por dejar atrás la noche del covid.

Incluso los del domingo que fueron llamados a adelantarse.

hector.zamarron@milenio.com

@hzamarron


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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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