La tendencia de cambio acelerado en la economía y su impacto particular en el mercado del trabajo tiene claros matices de tecnología, inteligencia artificial y ciencia de datos. Las economías se digitalizan y se automatizan al mismo tiempo que los empleos se transforman: la mano de obra está siendo reemplazada por la tecnología y aparecen nuevos puestos que demandan conocimientos y habilidades vinculados a la inteligencia artificial, la digitalización y el nuevo paradigma del cuidado medioambiental. Pero en América Latina esto se produce en un escenario de contraste: en la región más desigual del mundo, que tiene más de 200 millones de personas en pobreza y que padece un endémico atraso educativo.
Mirar el futuro desde la urgencia de la precariedad es bastante complicado. Por un lado, las tendencias de los empleos del futuro apuntan a que en los siguientes años los puestos innovadores serán para los especialistas en inteligencia artificial y aprendizaje automático, los expertos en inteligencia de negocios y comercio, los analistas de seguridad, los especialistas en sostenibilidad ambiental y energías renovables, los científicos y analistas de datos, los expertos en robótica, electrotecnología y transformación digital, según las proyecciones del Foro Económico Mundial.
Por el otro lado, los países latinoamericanos tienen grandes problemas educativos por resolver: no todas las personas tienen acceso a la educación básica, los niveles de formación siguen rezagados en comparación con los países desarrollados, la inversión en educación es insuficiente y lo que se destina a ciencia y tecnología es todavía menos. Esto en el contexto de la desigualdad económica y social, la pobreza y la escasa movilidad social que limitan el acceso de muchas familias a la educación, con lo cual les resulta casi imposible salir de la pobreza.
En este contexto, uno de los grandes riesgos de los empleos del futuro es que en lugar de convertirse en una oportunidad para el desarrollo terminen ensanchando la brecha de la desigualdad. Al demandar competencias, habilidades y conocimientos especializados, millones de trabajadores pueden quedar excluidos de las nuevas oportunidades debido a que no tienen la formación requerida. Y esto podría derivar en que la economía del futuro sea una gran oportunidad sólo para los sectores más preparados, mientras que los que sectores menos favorecidos quedarán relegados a los puestos más precarios y peor pagados.
Para evitar que el futuro nos divida más, hay mucho trabajo por realizar en cuanto a educación inclusiva y accesible, formación de habilidades para el futuro, acceso a tecnología, programas de aprendizaje y pasantías, estrategias de inclusión en el mercado laboral, políticas de igualdad de género, inclusión financiera, desarrollo de habilidades blandas y, en general, estrategias de educación permanente. Hay que nivelar el escenario social para prepararnos para el futuro y para evitar que la desigualdad se haga más profunda y abismal.