Política

Hablemos de Medios

Siempre tratar temas de medios dentro de un medio es incómodo, no sólo porque se mencionan a amigos, aliados y conocidos sino porque en la crítica debes de entender que tú mismo estás en la palestra.

Pero vale la pena el riesgo ya que la presidenta Sheinbaum sacó el tema en la mañanera.

Empecemos por ahí: uno pensaría que las preocupaciones de un mandatario tendrían que ser la crisis de inseguridad, el problema de los desaparecidos, la corrupción descubierta por el contrabando de combustible que causa un desfalco de mínimo 600 mil millones de pesos -algunos dirían que va más allá de los 15 mil millones de dólares-, la ineptitud (mínimo) de su coordinador en el senado que tuvo sentado a un líder criminal en su gabinete y no se percató de ello, el despilfarró de su senador más polémico y hasta la caída en el crecimiento en la economía o la crisis del sector salud aún sin solución.

En lugar de eso, Claudia Sheinbaum desperdicia su tiempo en la revisión de lo que se dice de ella y su gobierno. Tres veces al día revisa las publicaciones que hablan de ella y analiza cuántas son positivas y cuántas negativas.

No, no es una invención mía, ella así lo mencionó en una de las conferencias matutinas que desnudan cada vez más el nerviosismo que causan los cuestionamientos basados en estos y otros hechos lamentables del régimen.

Por ello, la necesidad de tener voces afines se ha vuelto un mandatario que ahora tiene un twist: saben que las redes no están ya de su lado y que la idea que generan millones de views con sus videos ya no pega. Los videos opositores están generando mayor tráfico, no digamos aquellos que hablan del espectáculo y el escándalo farandulero que, al final, es materia prima para que les vaya bien a los famosos youtuberos.

López Obrador les dejaba buen rating, ahora necesitan los nombres de Salinas Pliego, Loret, Brozo, Ciro o López Dóriga para generar views en sus canales. Su audiencia ya está cansada de verlos en tapete permanente de poder y los sintoniza sólo para verlos escupir insultos a periodistas conocidos.

La estrategia es muy vieja, recuerdo cuando la realizaban estaciones de radio musicales para pegarse unos a otros, o José Ramón Fernández para cuestionar al enemigo favorito que era el América.

Sin embargo, todo por servir se acaba. Hoy esos canales no definen agenda y, de hecho, están en una guerra fratricida donde todos se defienden de todos. Las acusaciones de corrupción, nepotismo y complicidad con el crimen organizado o la oligarquía entre ellos se vuelven tristes, pues no se percatan que entre las patas se lleva al gobierno que defienden.

Ahora, como nueva estrategia, negocian posiciones en medios tradicionales. Voces que son cercanas al régimen han desplazado a comunicadores de antaño con el pretexto que buscan nuevas audiencias. Ya fracasaron: el rating de estos espacios cae de forma estrepitosa al presenciar no sólo segmentos que caen en la propaganda, sino que muestran los hilos de personajes que no saben sostener programas en vivo y cuyo carisma es inexistente. El micrófono desnuda todo, comenzando por la antipatía y la ignorancia.

Los cambios en medios seguros continuarán. El ecosistema existente no está funcionando para nadie.

Pero el principal damnificado será el gobierno. Por más controles que intenten imponer, la verdad nos hará libres.

¿Qué verdad? La que esté más apegada a la calle, esa donde el discurso ya va perdiendo.


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Gonzalo Oliveros
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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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