La Secretaría de Medio Ambiente y Desarrollo Territorial (SEMADET) reconoció, con una honestidad tardía pero necesaria, que las estrategias para mejorar la calidad del aire en el Área Metropolitana de Guadalajara no han funcionado. El dato es contundente, pues al 25 de noviembre se han registrado 190 precontingencias y 23 contingencias fase 1, prácticamente iguales a las del año pasado. Pero lo más grave es que en total suman 213 eventos de mala calidad del aire, frente a solo 30 en 2024. El deterioro es evidente.
Uno de los ejes principales de la política ambiental estatal —la verificación vehicular— no ha demostrado eficacia. A pesar de que este año se han realizado 962 mil 622 verificaciones, el 35% de los vehículos no aprueba. Y, sin embargo, las emisiones no disminuyen. En 2024, con apenas 315 mil verificaciones, se registraron menos episodios críticos. Es decir, más verificaciones no equivalen a mejor calidad del aire.
Esta desconexión entre política pública y resultados reales muestra el agotamiento de un modelo que se sostiene más por contratos, que por evidencia. El programa actual, operado por la empresa Worldwide Environmental Products bajo un convenio vigente hasta 2038, por 7 mil 962 millones de pesos, impide modificar el esquema incluso si los resultados son adversos. El costo unitario se actualiza con inflación, pero no se vincula a metas ambientales. Mientras tanto, el Gobierno continuará subsidiando el costo total de la verificación para quienes paguen el refrendo. En 2026, este subsidio será de más de 900 millones de pesos, financiado por el Fondo Estatal de Protección al Ambiente. Una política pública que no mejora la situación ambiental y que además premia al automovilista, no solo es ineficaz, es regresiva.
El problema, sin embargo, no es solo de diseño técnico. Es también de alcance. El padrón vehicular en Jalisco rebasa los 2.7 millones de unidades, pero la cobertura de verificación apenas llega al 35%. No hay mecanismos que obliguen a verificar, y sin cobertura universal, el programa es testimonial. La secretaria del ramo afirma que muchos autos “viejitos” están en condiciones óptimas, y que el rechazo ocurre en el filtro visual. Pero esa afirmación solo exhibe el margen de subjetividad en el proceso.
Al mismo tiempo, otras fuentes contaminantes siguen activas, como las ladrilleras, fogatas, quema de basura y pirotecnia. Las ladrilleras, más de 800 talleres en el AMG, operan sin interrupción durante los eventos críticos. Recién, el 19 de diciembre, serán suspendidas por el protocolo invernal. A lo largo del año, el Gobierno se ha limitado a apagar quemas, sin esquema de sanciones. Una gestión ambiental sin capacidad de coerción no tiene dientes ni impacto.
Las cifras históricas también revelan retrocesos, pues en 2022 hubo 127 días con buena calidad del aire (menos de 100 puntos IMECA), y en 2024 fueron 119. Este año, apenas 95 días han registrado niveles aceptables. La peor contingencia ocurrió el 1 de enero de 2025, con 183 puntos IMECA, producto de comportamientos sociales que las campañas informativas no han logrado revertir.
Desde la sociedad se han alzado voces contra el posible regreso al esquema de talleres certificados —modelo vigente hasta 2018— por su baja capacidad de control y los riesgos de corrupción. Se propone, en cambio, un rediseño basado en evidencia, con participación técnica, evaluación pública de resultados y colaboración con instancias como el Instituto Nacional de Ecología y Cambio Climático (INECC), que ha utilizado sensores remotos para medir emisiones en tiempo real.
No se trata de desmantelar lo existente, sino de reconocer su ineficacia, corregirlo y evitar que el discurso técnico encubra decisiones políticas equivocadas. Hoy, el programa de verificación no reduce la contaminación y desvía recursos públicos hacia un esquema que no está funcionando. Respiramos peor que hace cinco años, y mientras el aire se satura, la política ambiental se diluye entre contratos blindados, subsidios mal dirigidos y campañas sin resultados.
Lo único que se verifica con certeza en Jalisco, es que la verificación vehicular no ha mejorado la calidad del aire. Todo lo demás, es humo.